¡Híjole! Yo qué quisiera. Para empezar que pudiera ratificar, avalar, suscribir las palabras del presidente Enrique Peña Nieto al cumplir la primera mitad de su sexenio. Pocas cosas diferentes me harían más feliz que constatar en los hechos cotidianos de
éste, nuestro país, está en condiciones de procurar a todos y cada uno de los mexicanos una historia de éxito y felicidad.
Bueno, me conforta en algún grado que el presidente Peña Nieto ponga en claro que es del interés de su gobierno que todos los mexicanos puedan escribir su propia historia de éxito y ser feliz. Eso habla bien de sus preocupaciones centrales.
Peña Nieto también recordó que hace tres años cuando inició su gobierno comenzó bajo la premisa de trabajar por un México en paz, incluyente, con educación de calidad, próspero y con responsabilidad global.
Los conceptos también quisiera abrazarlos para sentirlos tan reales y concretos. Insisto, pocas cosas me satisfarían tanto como esto de ver un México en paz, incluyente, educado, en prosperidad y con un papel clave en la escena internacional.
“México ya está en movimiento”, celebra el presidente Peña Nieto. Esto es cierto, sin duda. Pero no me queda claro qué debo entender por un México “en movimiento”, y tampoco me atrevo a especular o buscar algún sentido al concepto. Podría deducir en forma errónea y no es el caso.
Pero veamos que ni siquiera el señor Agustín Carstens, gobernador del Banco de México –quien recibe de aguinaldo un millón de pesos-, le echa una ayudadita al señor presidente. Carstens, siempre tan optimista él, echó un costal de tierra a la pulida obra sexenal. Vea usted si no. Dijo que hay “signos de sobre endeudamiento en algunos hogares” mexicanos, en particular por los préstamos personales y de nómina. Imagine usted –agrego- quien ni siquiera es sujeto de crédito.
En septiembre último y conforme una encuesta de la Fundación de Estudios Financieros, publicada por el diario La Jornada, uno de cada seis usuarios de tarjeta de crédito acumula una deuda que equivale a tres meses de su ingreso.
“Lo que se aprecia es que hay un nivel de endeudamiento promedio moderado. Sin embargo, sí se observan casos de endeudamiento mayor. Casi una sexta parte de la muestra tiene una deuda en la tarjeta equivalente a tres o más meses de su sueldo”, dijo la muestra.
Abundemos: entre 2000 y 2009, la tasa promedio de crecimiento económico del país es de apenas 1,7 por ciento. Las cifras hacia adelante no fueron mejores.
Pero demos crédito al presidente Peña Nieto. Quizá en los tres próximos años de su sexenio México de el brinco pá delante como dicen en mi pueblo. Ojalá.
Y terminemos porque el espacio lo exige. ¿Usted afable lector (a) vive en un país en paz, educado, incluyente, próspero y bien encuadrado en el escenario mundial? Dejo a un lado los conceptos de felicidad y éxito porque esos son más bien subjetivos Y allí cada quien. (fin)
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