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La tasa de desempleo juvenil promedio durante 2017 subió de 18.9 por ciento a 19.5 por ciento, lo cual significa que uno de cada cinco jóvenes en la fuerza laboral no consigue trabajo y se estima que esta situación afecta a 10 millones de ellos, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).



En cuanto a la calidad de los empleos, el informe anual Panorama Laboral de América Latina y el Caribe, el organismo señaló que ha persistido una débil generación de empleos en el sector formal y asalariado, mientras que ha sido mayor el crecimiento de empleos por cuenta propia, habitualmente asociado con condiciones laborales de menor calidad y con la informalidad.

Hizo notar que en el caso de los empleos por sector destaca el aumento de 1.9 por ciento en el empleo en la industria manufacturera, normalmente asociado con condiciones laborales formales.

En cuanto a los salarios, aseguró, se registró un crecimiento moderado y en especial a causa de una menor inflación, en siete de los nueve países con información disponible los salarios reales en el sector registrado o formal aumentaron entre el tercer trimestre de 2016 y el tercer trimestre de 2017.

Indicó que el aumento fue más notorio en el caso de los salarios mínimos reales, con un incremento promedio de 4.3 por ciento al tercer trimestre de 2017, por encima del 2.3 por ciento que se había registrado hace un año.

Un tema especial incluido en el documento es que esta década los salarios reales de América Latina subieron 19.8 por ciento, o 1.8 por ciento anual. En promedio, subrayó, el salario mínimo real aumentó 42 por ciento en América Latina.

En la región, prosiguió, los asalariados públicos representan el 18 por ciento del total de asalariados en 2015, el trabajo doméstico representa el ocho por ciento y el empleo privado 74 por ciento.

Sostuvo que el documento advierte que las perspectivas a futuro dependen de que se mantenga un entorno económico internacional más estable.

Sin embargo, destacó que “aunque 1.2 por ciento o 2 por ciento de crecimiento es mejor que las tasas de crecimiento recientes, este ‘nuevo normal’ encierra una mala noticia, porque esos niveles de crecimiento son insuficientes para reducir la pobreza con celeridad.

"Y para satisfacer y financiar las demandas de las clases medias y para tener impactos realmente transformadores en los indicadores sociales y de los mercados laborales.”

Para eso, prosiguió, “los países de la región deberían crecer a cinco o seis por ciento y esto solo se logrará enfrentando las brechas de baja productividad y de falta de desarrollo y diversificación productiva, así como en materia de educación y formación profesional e infraestructura”.

“Solo así se podrá avanzar hacia un crecimiento más sostenido, inclusivo y sostenible con más y mejores empleos”, puntualizó.