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“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, decía Gabriel García Márquez, el Premio Nobel de Literatura, qua ha muerto, pero que deja un hondo recuerdo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, ciudad por la que entró a México en 1961.

La anécdota fue registrada en su libro "Vivir para contarla". El escritor colombiano, así lo describió: "en un restaurante comimos un arroz a la mexicana y Mercedes dijo: yo no me voy de un país que hace un arroz así".

García Márquez volvió a Nuevo Laredo, 47 años después, en el año 2008, cuando el entonces presidente municipal Ramón Garza Barrios, remodeló y convirtió la estación del tren un lugar dedicado a la cultura y que hoy se conoce como: Estación Palabra, Gabriel García Márquez.

En esa ocasión, el escritor vio con asombro la estación ferroviaria en la que un día tomó un vagón del "Águila Azteca" rumbo a la Ciudad de México.

Hoy, García Márquez, ha partido en el viaje eterno y se ha convertido en el recuerdo imborrable que en el espacio dedicado a él, permite a Nuevo Laredo conocer  su obra de primera mano.

“Es muy triste la partida de ‘Gabo’. Fue un amigo de Nuevo Laredo y seguramente procuraremos seguir el homenaje a este gran hombre”, expresó Garza Barrios, quien acudió a Bellas Artes a rendir homenaje póstumo al escritor colombiano.

En esa ocasión, Garza Barrios y su esposa Rebeca Canales lo guiaron por la Estación Palaba Gabriel García Márquez, único espacio cultural que lleva el nombre del autor.

"Es un gran gozo para nuestra ciudad que usted, querido Gabriel, esté con nosotros. Hoy es un día memorable, hoy le podemos decir a los hombres y mujeres de Nuevo Laredo que tenemos palabra, mucha palabra", le dijo Garza Barrios.

Luego, como pocas veces lo hacía, tomó un micrófono y dijo: "Estoy emocionado, me he quedado sin palabras. Muchas gracias".

Después de inaugurar Estación Palabra, García Márquez fue llevado  frente al puente internacional entre Laredo, Texas y Nuevo Laredo, México para visitar el Restaurante Alicia, donde García Márquez comió un caldo de res y arroz frito como la vez que llegó sin dinero en el bolsillo y con los temas agotados para escribir. Ahí donde su esposa Mercedes dijo un día: "Yo no me voy de un país que hace un arroz así".

La Ciudad de México, adonde Gabriel García Márquez llegó anónimamente en aquel tren procedente de Nuevo Laredo en 1961, lo despidió este lunes como un gigante de la literatura, con una ceremonia de máximos honores en la que centenares de lectores le rinden tributo.