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El ministro de Seguridad Pública de Brasil, Raul Jungmann, dijo que no es momento de “dar la espalda” a los inmigrantes venezolanos que llegan al país por la frontera norte, un día después de que se les cerrara el paso por horas en el estado de Roraima.
Jungmann, que fue ministro de Defensa del actual gobierno brasileño, dijo que la animadversión de las autoridades del estado de Roraima, al norte del país y por donde entraron decenas de miles de venezolanos a pie, se debe a una “interferencia tóxica de las elecciones” de octubre.
“Esto no puede ser una disputa electoral”, dijo el ministro, en referencia a la decisión esta semana de la gobernadora de Roraima, Suely Campos, que busca la reelección, de endurecer las políticas de control a extranjeros y limitar el acceso a la sanidad para foráneos por medio de un polémico decreto.
El texto ordena deportar a todos los extranjeros que cometan crímenes, expande las actividades de las fuerzas de seguridad en el control de inmigrantes y pide que los hospitales den prioridad en la atención de emergencia a los nacionales.
La decisión está motivada, según Suely, que pidió hace meses a la Corte Suprema del país cerrar la frontera, por la “situación insostenible (de la inmigración) que causa graves problemas sociales”.
El gobierno de Roraima asegura que los servicios sociales del estado –educación y sanidad- están saturados por la llegada de miles de inmigrantes en los últimos meses, y culpa al gobierno federal de no haber transferido recursos económicos para lidiar con la situación.
Más de 127 mil venezolanos entraron en Brasil por tierra desde 2017, según datos del gobierno nacional, aunque la mitad de ellos salió con destino a un tercer país de América del Sur.
Desde el recrudecimiento de la crisis política, económica y social en Venezuela, miles de ciudadanos salieron de su país hacia destinos como Colombia, Brasil o Estados Unidos, y se estima que el número total podría ser cercano al millón y medio.