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Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco cumplió hoy la tradición de bendecir a cientos de “niños Dios” que pequeños y
pequeñas de diversas partes de Roma presentaron en la Plaza de San Pedro antes de llevarlos a sus casas.
Al terminar la oración del “Angelus”, asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante unas 25 mil personas congregadas en la plaza, el Papa pidió a los menores fijar la mirada en Jesús y sentir estupor.
“Ustedes se preguntarán: ¿Qué significa el estupor? Es un sentimiento muy fuerte, es más que una emoción común. Es ver a Dios: el estupor por el gran misterio de Dios hecho hombre; y el espíritu santo les pondrá en el corazón la humildad, la ternura y la bondad de Jesús”, señaló.
“Jesús es bueno, Jesús es tierno, Jesús es humilde. ¡Esta es la verdadera Navidad! No se olviden. Que sea así para ustedes y sus familias. Ahora bendigo a todos los niños Dios”, agregó al hablar en  italiano.
Antes, al momento de los saludos y en un frío mediodía romano, Jorge Mario Bergoglio recordó que hace unos días fue aprobado en Marrakech (Marruecos), el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que pretende ser un cuadro de referencia para toda la comunidad internacional.
Deseó que el concierto de naciones del mundo, utilizando este Pacto, pueda obrar con responsabilidad, solidaridad y compasión hacia quienes, por motivos distintos, han dejado su propio país. Además encomendó ese deseo a los rezos de todos los presentes.
Temprano este domingo, la jornada del líder católico había comenzado con un momento festivo y cercano a los niños, a un grupo de los cuales recibió en audiencia en el Aula Pablo VI.
Se trató de los menores que son atendidos en el “Dispensario Vaticano”, un pequeño centro de salud abierto al público y que funciona dentro de los muros de la Santa Sede, atendido por un grupo de monjas, enfermeras y médicos.
En un breve saludo improvisado, el obispo de Roma reflexionó -citando el periodo navideño- que si el niño Jesús hubiese tenido un resfrío o alguna influenza, y si la Virgen viviese en Roma, seguramente lo hubiera llevado al dispensario.
Tras agradecer el trabajo de los voluntarios y operadores sanitarios, reconoció que trabajar con los niños no es fácil, pero enseña mucho: entre otras cosas que, para entender la realidad de la vida, es necesario rebajarse, como se hace cuando se debe besar a los niños.
“Los orgullosos, los soberbios no pueden entender la vida, porque no son capaces de rebajarse. Todos nosotros damos tantas cosas a los niños, pero ellos nos han dado este anuncio, esta enseñanza: Rebájate”, indicó.å