Columna   ¡QUE CONSTE,… SON REFLEXIONES!

Felicitaciones al magistrado Roberto Gómez Arguello por recibir de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la presea más alta que se otorga por ese poder, LA MEDALLA: “IGNACIO L. ALTAMIRANO”

“LOS ERRORES DEL INTELIGENTE TIENEN REMEDIO, PERO LOS DEL TONTO, NO!” Bertrand Russell

“Las calamidades de un país avanzado tienen remedio, mientras que las del subdesarrollado, no! Mi amigo, Héctor Ponce.

         Después de leer muchas historias relacionadas con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, las de su esposa Ana Laura y de sus hijos Luis Donaldo y Mariana, no me quedó más remedio que reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre el poder y sus venganzas, ambiciones y odios.

Como muchos eventos en el país, la oscuridad nubla la visión de la verdad y no hay más remedio que la especulación, el chisme, el me dicen, creo, a lo mejor, así se van formando las historias de horror y de terror que nos siguen abatiendo en la construcción de lo que somos. Nos seguimos quejando de la conquista y llevamos sobre las espaldas los odios, resentimientos y venganzas de quinientos años, todo es culpa de los otros pero no vemos las culpas nuestras, la falta de reflexión, de serenidad, de paciencia y constancia para encontrar la verdad, en ese desmadre de confusiones y errores, de verdades a medias, de soplos y de filtraciones y chismes, se pueden condenar a los que se quieran y se pueden manipular las informaciones, así que, por lo tanto, no sabremos o no sabemos lo que en realidad sucedió en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, como en otros muchos, como en las tragedias y asesinatos de jóvenes en 1968 o del 1971 o de lo que sucedió en Ayotzinapa, en Chihuahua, en Guerrero, en Chiapas, en Oaxaca, en Veracruz. Las tragedias vestidas de rojo, de rojo sangre, derramada por miles, se confunden para saber si son del gobierno, si son de la represión, de las venganzas, de las ambiciones, de la lucha por las plazas, por el poder, por el dinero… nadie sabe a ciencia cierta, porque no nos interesa saber, nos conformamos con las medias verdades, con lo que nos cuentan en los noticieros, con lo que filtran en los comentarios o noticias, nadie quiere comprometerse por la verdad, es de peligros y de fortalezas y valentías y de arriesgues, de luchas, de compromisos, y parece que, los mexicanos, no solamente estamos comodines y ahuevados, sino, también, desclasados y culeros, castrados. No queremos correr riesgos y perder nuestro nicho de comodidad… para qué si todos hacemos como que sabemos, como que trabajamos, como que nos pagan, como que hablamos con la verdad, como que nos cachan en las mentiras, como que andamos siendo y no siendo, a medio chiles… hablando en diminutivos porque tenemos miedo de llamar a las cosas por su nombre que es la primera fase para encontrar la verdad… mejor no nos comprometemos…. ya ves cómo matan a los políticos, cómo no se pude luchar contra el poder, cómo matan a los periodistas, a los ciudadanos, como riegan la sangre por todos lados… y nadie dice nada y todos somos cómplices con nuestro silencio y cobardía.

         Nos encanta vivir en la tragedia, en el llanto, en la cursilería, en la queja, siendo víctimas desde todos los tiempos y por todos los poderosos, somos los pequeños, los enanos, los chiquitos, nos encanta ser víctimas, los jodidos, los pobres, los sacrificados. Hasta en la novelas así es, en los pleitos callejeros le vamos al débil, al chaparrito, odiamos el poder y lo queremos tener para saciar nuestras venganzas no para componer los defectos y enderezar lo chueco, no, lo queremos para imponernos, para hacer lo que no nos gusta que nos hagan, para chingar, para enriquecernos… y hablamos de bondad y de buenas ondas, cuando no creemos en ello…y en esas venganzas, en esas brutalidades forjamos nuestra mediocridad, por eso no crecemos, nos estancamos, nos encantan las palabras y despreciamos los hechos, las realidades, somos teatreros del engaño y de la mentira… por eso nos pasa lo que nos pasa y por eso la impunidad de los que saben hacer uso del poder no importando la sangre ni el llanto ni la tragedia generada.

         Queremos, de inmediato, encontrar a los culpables, aunque sean chivos expiatorios, nos encanta que nos hagan pendejos mientras no lo veamos: ojos que no ven corazón que no siente, esa es la consigna del engaño, nos encanta la esperanza, pero no sembramos nada para cosechar, preferimos el milagro la petición a la virgencita… y de ahí, la frustración y el resentimiento. No encantan los vencedores y cambiamos a los dictadores por sicarios, a los buenos por los malos, aceptamos “el malo por conocido que el bueno por conocer”… y así, por hablar con la verdad, por encuerar la realidad y no aceptarla, Luis Donaldo Colosio, mejor, fue asesinado. ¿Por quién? pues sabe, nadie sabe aunque todos creen saber, pero no se busca ni la verdad ni la justicia, mejor dejar todo en el olvido, en el tiempo, en la desesperanza, al final de cuentas, al tiempo, todo se olvida, el tiempo aquí no es la madre de la verdad, sino la madre del olvido: como la mierda de los gatos, enterrada, no se ve, pero se huele…

         Tenemos y amamos, vivimos los prejuicios, somos prejuiciosos, por esa razón no curamos el alma ni limpiamos la mente para buscar la verdad, es difícil romper con los prejuicios cuando son parte de la historia, de la vida diaria… en nuestra historia se ven los hechos falsos y los tomamos como verdaderos, nos engañamos, no queremos ver la realidad, nos espanta, porque la verdad y la realidad obligan al compromiso… así, cada año, cada día, muchos, como yo, veremos la fotografía de Luis Donaldo y mandaremos un pensamiento y a lo mejor, reflexionamos,,, pero hasta ahí, no más. La verdad es peligrosa en estos tiempos de cambio o donde se pude cambiar…y así, nos acobardamos en el tiempo… nos convertimos, por el silencio, en cómplices, historiadores del puedo ser pero no fue… a lo mejor… quien sabe.