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Sri Lanka aún no sale de la conmoción, del duelo y del coraje. El terrorismo

les alcanzó con su salvaje destrucción y al parecer por confrontaciones religiosas. Al pasar los días ya hay reivindicación de los ataques, fue el Estado Islàmico, un grupo paramilitar Yihadista que lucha con el objetivo de la Creación de un Califato Islàmico a Escala Mundial. Nadie lo reconoce pero muchos ocurren a pensar que es el apéndice rebelde de celular armadas por gobiernos industrializados que los utilizaban como grupos de choque y destabilization para provocar guerras e invasiones. Eso sí, siguen una doctrina heterodoxa del Islam Suni integrado por radicales fieles a Abu Bakr~al-Baghdadi que allá por junio del 2014 auto proclamó el califato desde la ciudad iraquí de Mosul. Exigen lealtad a todos los musulmanes, van contra el cristianismo, contra occidente, contra la industrialización, el capitalismo y cualquier forma de sociedad que no se sume a sus disciplinas religiosas. Se ha encargado de asesinar a miles de inocentes para proclamar sus consignas. Han sido capaces de destruir cualquier vestigio o patrimonio histórico que no les convenga o le ofenda. Están desmedidamente armados, cuentan con inteligencia internacional y su mayor factor de éxito es el ataque por sorpresa. Son un desprendimiento de Al Qaeda y han intervenido en la guerra de Irak, en la insurgencia iraquí, en la guerra civil de Siria, en Afganistán y en los conflictos en Libia. Evidentemente la Organización de las Naciones Unidas rechaza sus métodos como la decapitación y otro tipo de ejecuciones de altísimo impacto mediático. La herencia cultural ha sufrido enromes e irreparables pérdidas y se les atribuye la mayor y más evidente violación a los derechos humanos. También se les responsabiliza de las llamadas limpiezas étnicas en el norte de Irak. Sri Lanka es hoy el país que llora a sus muertos y es una fotografía dramática de lo que el mundo en su totalidad rechaza pero sufre, el terrorismo .