Picotazo político
La más reciente reunión entre José Ramón Amieva y Claudia Sheinbaum se dio en los mejores términos, la ventanilla de entrega recepción entre los que se
van y los que entran auguran un buen trabajo de coordinación que inferimos servirá para la buena marcha de la Ciudad de México: por alguna razón se ha colocado como eje el tema de la reconstrucción y los damnificados de los sismos del 19 de septiembre del año pasado, (estamos por cumplir el año), pero poco se ha mencionado la ampolla mayor, la de la inseguridad. 
 
En la Ciudad de México se viene arrastrando una verdadera crisis en materia de robos, ejecuciones, el crecimiento de los delitos como el cobro de piso, extorsión, robo a vehículos, secuestros y un largo etcétera.
 
Poco o nada se ha dicho en esta materia, y sobre todo cuando tras la captura de “El Betito" líder de la “Unión Tepito" sale a flote la realidad de una urbe entregada a bandas de delincuentes, con capacidad de controlar el narcomenudeo en doce delegaciones, narcotraficantes que descuartizan, que mantienen redes de negocios con perfil de giros negros útiles para el lavado, y otra tanto de comerciantes secuestrados por los extorsionadores, cobrando cantidades que pueden llegar a los 300 mil pesos mensuales. 
 
La Ciudad de México vive una crisis real, que rebasa las estadísticas, sumergida en una brutal corrupción y que tiene por espejo lo que sucede con los cuerpos policíacos. Cierto, nadie discute que las heridas de los sismos de septiembre aún duelen y que los que se quedaron sin vivienda transitan por el calvario de la falta de apoyos. Resolverlo es la más alta aspiración moral y humana, pero en las otras vías corre la sangre podrida de los criminales, esta sí, capaz de jugar a la ruleta rusa con la vida de todos los que habitamos y transitamos por aquí. Y todos esperaríamos una ruta por parte de las autoridades. 
 
La llegada de Claudia Sheinbaum y la colocación de la mayoría de Morena en el próximo congreso de la ciudad supondría fuertes mecanismos para cambiar lo que haya que cambiar, y que sea el campo de las leyes uno real y que responda al reclamo de seguridad de los ciudadanos y no caer en la tentación de caminar por temas que sin dejar de ser importantes no son los que nos quitan el sueño, tal y como lo hace el que de pronto nos pongan una pistola en la cabeza y nos quiten las pertenencias o la vida, o que las calles sigan siendo propiedad de narcomenudistas en motonetas. 
 
Ahora, la próxima administración no tendrá pretextos, tiene el sartén por el mango legislativo, que lo use para la tranquilidad de todos los que aquí estamos.