Picotazo Político 24 de enero 2019

Miguel A. López Farías

Mañana se cumplirá una semana de la tragedia en Hidalgo, la película vista es sumamente desgarradora, las
lecciones son más, una vez que los vapores de la explosión mediática se disipan el desfile de revelaciones y el contexto en esta explosión nos arrojan que el pueblo bueno , ni lo era tanto y que lejos de colocarles el membrete de que la pobreza empujó a los habitantes a la danza desesperada de llenado de bidones, pues las crónicas periodistas anteriores a la desgracia recobraron vigencia para mostrarnos que ahí, en Tlahuelilpan, como en muchos municipios en donde pasan los ductos de gasolina se convirtieron en tierra del crimen organizado.
Nada de que la miseria fue la que detonó esto, ha sido la corrupción y la más absoluta impunidad y aquí se tiene que repartir responsabilidades, y comenzar por mencionar que la acción y reacción de un pueblo se da porque conscientemente son sabedores que ni el gobierno pasado ni este ha podido fijar un precedente en contra de altos funcionarios ni de un gobierno estatal ni de una secretaría o de Pemex.
Seamos claros, en la gran masa queda la idea de que cualquiera puede hacer lo que se le pegue la gana sin mayores consecuencias, por ello es que una parte de un pueblo puede convertirse de campesinos a vendedores de huachicol, los límites los fijan los criminales y las autoridades que lo permiten y mientras la señal de un gobierno federal no sea contundente esas franjas de la sociedad seguirán caminando en la ilegalidad ,y esto no tiene que ver solamente con la perforación y ordeña de ductos, sino que en la psicología social de prácticamente todos los ámbitos se aplica la misma torcida regla.
¿ Qué pasa por la mente de un poblador de regiones huachicoleras cuando ve en las noticias que ningún político inmiscuido en sospechas de actos delictivos es castigado? El mensaje es brutal y es uno solo: aquí se puede todo, y si el policía o un gobierno no toca a un presunto corrupto pues entonces son válidas ciertas conductas…esto no tiene nada que ver con la pobreza, pues existen ciudadanos que bajo la condición de escasos recursos poseen moral y no toman lo que no les pertenecen, e insistiré, porque una población o varias se arrojan a los brazos de actividades como el saqueo o el huachicoleo? Porque todo está puesto de tal manera que lo que respiran no es la fuerza y contundencia de las leyes, sino del universo conocido de la permisibilidad.
A los políticos les cuesta mucho reconocer que mientras la acción de la justicia sea inexistente para ellos mismos y solo tenga vigencia para los que no pueden pagar buenos abogados y sean ajenos a las redes de complicidades.
No podrán ir hasta la raíz de todos nuestros males… ¿qué sucedería si fuese al revés? ¿si el enérgico brazo de la ley se aplicase sin distingos? ¿que los nombres de los altos funcionarios públicos que ud. sabe y que han sido señalados por cometer actos de corrupción fuesen los primeros en ser llevados ante tribunales realmente honestos y pagasen por sus actos?
A nadie en este país le quedaría duda de que existe un estado fuerte e incorruptible, pero como no es así, como todo se resume en señales de que aquí quien la hace no la paga, pues es así como seguiremos sudando inconciencia social.