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Brasil enfrenta los últimos meses antes de la celebración de las elecciones generales de octubre (7 y 28) con incertidumbre en la economía y en la política, donde el

favorito en los sondeos, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, está encarcelado desde hace casi un mes.
Sondeos publicados este jueves reiteran lo que las encuestas repiten desde hace meses: Lula da Silva es el favorito, con cerca de un tercio del apoyo popular, pero su candidatura a un tercer mandato está en el aire por causa de su encarcelamiento a 12 años y un mes por corrupción y lavado de dinero.
Aislado en una celda desde el pasado 7 de abril, cuando se entregó a las autoridades pero prometió volver "más fuerte", el futuro del expresidente es incierto, y probablemente no será hasta agosto, con el cierre del plazo para candidaturas, cuando se sabrá si puede o no participar en los comicios.
Si no es Lula da Silva el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), se desconoce quién podría capitalizar los millones de votos del exsindicalista para el mayor partido de la izquierda brasileña, una irresolución que afecta en general a la propia elección, donde no está claro quién podría ser si él no participa.
Un sondeo publicado este jueves por el Instituto Paraná Pesquisas, indica que el militar de reserva y diputado de extrema derecha Jair Bolsonaro va segundo en las encuestas, con cerca del 20 por ciento de los apoyos.
Sin un programa político o económico claro, Bolsonaro, desconocido por buena parte del electorado hasta el impeachment de Dilma Rousseff en 2016, destacó por sus posturas radicales y polémicas respecto a los homosexuales, los afrodescendientes, la corrupción política o los indígenas.
Así, prometió aprobar el porte libre de armas en el país con mayor número de homicidios del planeta (unos 60 mil anuales), erradicar reservas indígenas en el Amazonas para extraer los recursos naturales y privatizar las empresas públicas como Petrobras, la estatal petrolera.
Algunos analistas creen que Bolsonaro, llamado en ocasiones el "Trump brasileño", podría haber tocado techo en los sondeos por sus posturas extremas, pero él negó este jueves que no pueda crecer en el apoyo popular.
"Quien dice que está conmigo difícilmente cambia de lado. Si no hay fraude en las urnas y se cumple la (nueva) ley del voto impreso (en Brasil se vota con urnas electrónicas), no hay duda de que tal vez ni haya segundo turno", dijo, en referencia a su eventual victoria en octubre próximo.
Las otras alternativas en las encuestas son la ecologista Marina Silva, con cerca del ocho por ciento, mientras se especula con la posibilidad de una candidatura progresista del exjuez de la Corte Suprema, Joaquim Barbosa, negro y de orígenes humildes.
La incertidumbre, con todo, comienza a afectar a la economía: el desempleo creció en el primer trimestre y está en el 13 por ciento, el principal índice de la Bolsa de Sao Paulo (Ibovespa) acumula más de un cuatro por ciento de pérdidas desde el 27 de abril pasado, y el Producto Interior Bruto (PIB) está estancado.
En ese escenario, la percepción es que hasta octubre el país difícilmente podrá realizar reformas de calado, pues el presidente Michel Temer, hundido en las encuestas con apenas seis por ciento de aprobación, podría enfrentar una nueva denuncia contra él por supuestos actos de corrupción y lavado de dinero, la tercera desde que asumió en 2016.