Singladura

Es la primera universidad de México y destaca entre las primeras del mundo. Sobra decir, pero hay que decirlo claro que aludo a la Universidad Nacional Autónoma de

México (UNAM). La más grande del país porque allí se forman casi 350 mil estudiantes. El ingreso a ella por la vía de los exámenes es reducido, apenas un promedio anual del 10 por ciento de quienes aspiran a denominarse pumas de manera coloquial. 

A su trabajo de docencia y difusión, hay que añadir la investigación en prácticamente todos los campos del saber humano. Hace 11 años la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró su campus Patrimonio de la Humanidad. Se le considera heredera directa de la Real y Pontificia Universidad de México, fundada un septiembre pero de 1551, y en consecuencia la Universidad más antigua de América Latina.

La UNAM es un organismo público, descentralizado del Estado y tiene entre sus principios la libertad de cátedra y de investigación. Como Universidad y por antonomasia abriga todas las corrientes de pensamiento.

El año próximo cumplirá 10 de haber recibido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Hace sólo dos años, la UNAM se incorporó a la Plataforma de ONU Mujeres, HeforShe, como parte de su compromiso con la igualdad de género y en favor de perfilar una sociedad más democrática y equitativa.

Los tres Premios Nobel de México, entre ellos Octavio Paz, Mario Molina y Alfonso García Robles se formaron en la UNAM.

Muchas, muchísimas cosas más podrían y deberían decirse con insistencia de la UNAM para justipreciar su enorme y contundente valor nacional. Sin Ella, el país sería inexplicable. Por eso duele y preocupa que políticos desclasados traten de vulnerarla, de hacerle daño y aún de valerse de Ella para impulsar sus agendas ruines.

Nada de lo que ocurre hoy en la UNAM –que ya todos sabemos- es ajeno al momento del país, inmerso en una transición política inédita y peligrosa por ello, en donde grupúsculos obscurantistas pretenden  primar. Tampoco es casual que los hechos que conocemos se registren a poca distancia temporal del 50 aniversario de los sucesos estudiantiles de octubre de 1968. La mezquindad política barrunta el horizonte. No hay casualidad posible. La contienda electoral de julio último dejó demasiadas viudas a la vera del camino. Hay muchas que aún siguen sin resignarse.

Confío sin embargo y casi estoy seguro de que la experiencia, el conocimiento y el talento se impondrán aún en medio de la tormenta. Hay tanto en juego y tan valioso que no se puede perder. Esperemos.

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