ESPAÑA, 15 DE FEBRERO 2024--Desde sus primeros meses de vida, los bebés humanos empiezan a hacer bromas.
Pero no son los únicos animales capaces de hacerlo. Un equipo internacional de biólogos y primatólogos ha documentado 18 comportamientos de burla distintos en gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes.
La broma es una parte fundamental de las interacciones humanas. Esta conducta está basada en la inteligencia social, la capacidad de anticipar acciones futuras y la habilidad para reconocer las expectativas de los demás.
En los bebés, surge antes de que pronuncien sus primeras palabras, con provocaciones repetitivas que a menudo implican sorpresa. Los pequeños se burlan de sus padres ofreciéndoles y retirándoles objetos, infringiendo las normas sociales —lo que se denomina incumplimiento provocativo— y perturbando las actividades de los demás.
Un estudio publicado hoy en la revista Proceedings of the Royal Society B revela que, en el caso de gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes, no solo contamos con una genética y pasado evolutivo parecido, sino con las mismas conductas bromistas.
“Las burlas juguetonas y divertidas están muy estudiadas en los bebés humanos, pero no en nuestro pariente más cercano”, explica a SINC Isabelle Laumer, investigadora del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal de Alemania y primera autora del estudio. “Nuestros resultados apoyan la idea de que en los grandes simios son un comportamiento provocativo, intencionado y a menudo lúdico”.
“Al igual que en niños y niñas, en estas especies este tipo de bromas incluyen la mirada de respuesta (el simio mira al objetivo después de mostrar una acción graciosa), la repetición y la elaboración del comportamiento (realizan otras conductas cuando el objetivo no reacciona o lo hace mínimamente), elementos de sorpresa y suelen tener lugar en contextos relajados”, añade.
“Era frecuente que los bromistas agitaran o balancearan repetidamente una parte del cuerpo o un objeto en el centro del campo de visión del objetivo, le golpearan o pincharan, le miraran fijamente a la cara, interrumpieran sus movimientos, le tiraran del pelo o realizaran otros comportamientos extremadamente difíciles de ignorar”, indica Erica Cartmill, profesora de la Universidad de California en Los Ángeles y autora principal del estudio.
::: Casi 20 conductas bromistas diferentes
El equipo analizó diferentes interacciones sociales espontáneas mientras observó las acciones, los movimientos corporales y las expresiones faciales del animal que hacía la broma, y cómo respondían a su vez las víctimas de sus burlas.
Los expertos también evaluaron la intencionalidad de la burla al buscar pruebas de que el comportamiento se dirigía a un objetivo específico, de que persistía o se intensificaba y de que los individuos que usaban esta provocación esperaban una respuesta al respecto.
Así, identificaron 18 tipos de burla distintos, muchos de ellos con el fin de provocar una respuesta o, al menos, atraer la atención del objetivo. “Las burlas en los grandes simios no se limitan a unas pocas acciones típicas de la especie, sino que pueden adoptar muchas formas, quizá con distintos niveles de elementos juguetones y agresivos”, afirma Laumer.
::: Humor, una evolución de 13 millones de años
Los investigadores señalaron que Jane Goodall y otros primatólogos habían mencionado comportamientos similares en chimpancés hace muchos años, pero este nuevo estudio es el primero que estudia sistemáticamente las burlas de carácter divertido.
“Desde un punto de vista evolutivo, este estudio sugiere que las bromas juguetonas y sus prerrequisitos cognitivos pueden haber estado presentes en nuestro último ancestro común, hace al menos 13 millones de años”, sostiene Laumer.
“Para desentrañar la evolución del humor en nuestra especie, tenemos previsto estudiar también el comportamiento burlón y juguetón en otras especies. También esperamos que este estudio aumente la concienciación sobre las similitudes que compartimos con nuestros parientes más cercanos y la importancia de proteger a estos animales en peligro de extinción”, concluye.