Los mexicanos seguimos transitando de una calamidad a otra, de un escenario complicado a uno dantesco, sin una solución a la mano, sin una política pública efectiva en curso.

Hoy el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) nos dará un golpe de realidad, con la radiografía completa de la pobreza en México, confirmará los datos de la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) del INEGI, el demoledor crecimiento de la desigualdad.

En 2019 sufrimos una caída en el crecimiento, a niveles de cero, que se agudizó para 2020, con un desplome de -8.5 % del PIB, en gran medida por los efectos de la pandemia en la actividad productiva, aunque hicieron lo suyo las decisiones que ahuyentaron la inversión extranjera directa, que se tradujo en ingresos perdidos por 3 mil 800 millones de dólares, el año pasado. Eso sin contar que se dejó a su suerte a las empresas durante la peor parte del cierre de la economía.

Pero las verdaderas consecuencias de estos dos años fatídicos, apenas empiezan a resentirse. Basta con ver la radiografía obtenida por el Inegi.  En ella se refleja una abrupta disminución del 32% del apoyo económico que ofrecen los programas sociales en los hogares más pobres. Al mismo tiempo, aumentaron un 93% las pensiones para los adultos mayores y becarios con más ingresos.

¿Qué puede estar pasando?

Un empobrecimiento de la población pese a los cuantiosos apoyos gubernamentales que otorga a millones de personas.

Hay piezas de la maquinaria que mueve los programas sociales que no están funcionando, sin contar con aquellas familias que por su condición socio-económica, no reúnen los requisitos para acceder a programas como Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el futuro, por citar dos.

No se cuenta con reglas de operaciones claras o existentes, no hay rendición de cuentas o fiscalización de las entregas  y las políticas públicas impulsadas por el gobierno federal, desalientan la inversión productiva

Estos factores, aunados a la tercera ola de contagios por Covid-19 y a la caída de la economía informal, tienen sumido en la pobreza a más de la mitad del país. Son cerca de 71 millones de mexicanos, es decir el 56.7% de la población, mientras que en 2018 eran 61.1 millones los que ganaban por debajo de la línea de pobreza, o sea, el 48.8% del total de habitantes, de acuerdo con el Coneval.

Más dramático aún el escenario de la pobreza extrema  por ingresos, donde se ubican 31.7 millones de compatriotas, el 25.3% de la población. ¿Dónde quedan entonces las promesas de campaña y los discursos?

¿Primero los pobres?

El combate a la desigualdad y la pobreza ¿Es real?

 

Lo ha repetido tantas veces que pareciera que sí, pero la realidad es otra, reina la ausencia de sensibilidad hacia los niños con cáncer, las víctimas del Covid, las mujeres violentadas, los empresarios angustiados y ahora, con los 10 millones de nuevos pobres.

 

Solo discursos, muchas palabras, muchas promesas cada vez más vacías y sepultadas por la realidad de las cifras, de los datos, de la enorme pobreza de los mexicanos.

Sin duda un golpe duro. La pobreza ha aumentado a pesar de las intenciones y promesas del gobierno en turno

Desigualdad es el nombre del juego.