Pareciera que los mexicanos viven el mundo al revés, en donde el ser rico es malo, sin embargo, el ser delincuente, violador, asesino, narcotraficante,

corrupto, estafador, asaltante, ladrón, tratante de blancas, falsificador, chantajista, explotador sexual, lavador de dinero... y pertenecer a la mal llamada "Cuarta Transformación", es una hazaña reconocida por el mismo presidente López Obrador, quien exonera, perdona, apapacha, reconoce, y lo peor es qué pide abiertamente, que hay que respetar trabajo de los delincuentes, que al igual que el régimen, están primero sus derechos, antes que imponer las penas que señalan los ordenamientos, ellos están por sobre las leyes y las normas.

Ahora le dio la gana, al presidente de la República, de hacer una visita a la zona más representativa de los carteles de la droga en México. Pero también se le ocurrió qué hay que dejar de llamarle “Triángulo Dorado” y que de ahora en adelante, la ha bautizado como “Triángulo de la Gente Buena y Trabajadora”, porque le molesta que se le denomine como hasta ahora se conoce a esa región en la que los grandes Capos del Crimen Organizado han establecido sus cuarteles, porque “Las Quebradas” son un territorio en el que se pueden esconder fácilmente, por lo agreste de la serranía.

Sin embargo, en una muestra más de su poderío ante la caravana Presidencial, hombres armados detuvieron el convoy en el que iban los miembros de la prensa de diversos medios, y sobre todo aquellos que están registrados para entrar a las conferencias mañaneras. Por cierto, el retén estaba cerca de un lugar denominado “Rancho La Tuna”, lugar donde vive la señora María Consuelo Loera, madre de Joaquín Guzmán Loera, "el chapo" legendario narcotraficante y afamado por el trato deferencial que le profesa Andrés Manuel.

En otro de sus constantes genialidades, el representante del Poder Ejecutivo, le dio por rebautizar al “Triángulo Dorado” para llamarlo de aquí en adelante “Triángulo de la Gente Buena”, y sin lugar a dudas, la mayor parte de los mexicanos tienen la seguridad de que en esa zona existen hombres y mujeres que todos los días hacen su trabajo con mucho ahínco para mantener a sus familias. Pero también, gente mala que asesina todos los días, que decapitan a sus enemigos, y que trafican todo tipo de drogas que envenenan a muchos mexicanos y a gente en todo el mundo.

Esa sola circunstancia, debiera obligar a los cuerpos encargados de la procuración de justicia a imponer esa ley que tanto desprecia el Presidente de la República, porque lo que siempre ha pretendido es que su palabra sea esa ley a la que los mexicanos tengan que sujetarse, porque, seguramente cree que él es el que manda en este país, y puede hacer con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, un soberano papalote, porque él no está para obedecer, sino para mandar, y si él ordena que se protejan a los narcotraficantes, así tiene que ser por parte de las policías, el Ejército, La Marina y los tribunales.

Ojalá el Presidente de la República tuviera la misma deferencia que tiene con los criminales, así como para con los mexicanos aspiracionistas, a quienes tanto desprecia, porque son estos ciudadanos, los que más aportan al país, mucho más que un Presidente ligado con las bandas del narcotráfico, como el mismo lo ha hecho saber.

Le quedan poco más de dos años en el cargo, y seguramente esa asociación delictuosa no será olvidada tan fácilmente por los mexicanos que la perciben como la ofensa que es. Pero también la Justicia tendrá que hacer lo suyo, porque la Ley lo tipifica como delitos que no prescriben. Más tarde que temprano, a cada santo le llega su capillita...

Eduardo Ramos Fusther
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@RamosFusther
Licenciado en Derecho (TEC), Licenciado en Seguros y Fianzas y Administración de Riesgos (Universidad Marista). Maestrante en Pedagogía (Universidad YMCA). miembro del Consejo Nacional de Honor de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT). Titular de "El Punto Crítico Radio". Editor del periódico El Punto Crítico. Con 50 años ejerciendo el periodismo.