A la llegada de Ana Gabriela Guevara a  México, después de la pasada edición de los Juegos Olímpicos celebrados en Tokio, declaró, para no responsabilizarse de los resultaos obtenidos por la delegación mexicana, con un inmaduro “No competí Yo”.

No compitió la dirigente, pero si es responsable de que cada uno de los atletas que participaron en la justa olímpica llegaran en las mejores condiciones; las continuas e injustificables fallas de la titular de la Conade han tenido un fuerte impacto en el desarrollo de la práctica deportiva de alto rendimiento en nuestro país.

El actuar de Guevara la frente de la Conade ha sido continuamente señalada por una serie de deficiencias administrativas y presuntos actos de corrupción; los cuales han llevado a la SFP investigar por probables actos de corrupción en la operación del Fideicomiso del Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, y por presunta usurpación de funciones de personas que se habrían ostentado como servidores públicos sin tener esa calidad.

La funcionaria federal, también se ha visto envuelta en escándalos, durante la selección de atletas que irían representando a México, en la máxima justa deportiva de la historia. Uno de los más impactantes es el de la ciclista mexicana Jessica Salazar, quien renunció a participar en los juegos de Tokio, debido a que fue inscrita en la prueba de ciclismo de ómnium, cuando ella compite en carreras a contrarreloj.

En esta ocasión a Ana Gabriela no le tocó competir; pero es la responsable de la falta de instalaciones deportivas de alto rendimiento para que los atletas puedan entrenar. Muchos atletas viven en sus centros deportivos y las autoridades deportivas deben asegurarse de que estos estén en buenas condiciones, y con el equipo adecuado.

La política Guevara Espinoza no compitió, sin embargo tampoco superó los pronósticos  ofrecidos al pueblo mexicano en metales que se ganarían. Ella estimaba diez, los cuales serían el máximo obtenido por una delegación participante en juegos olímpicos; teniendo en cambio, por su gestión poco atinada, un retroceso gravísimo, al solo superar lo ocurrido en los pasados olímpicos, con lo sucedido en Berlín 1936; en aquella ocasión se obtuvieron 3 de bronce, con 32 deportistas.

La responsable principal de la Conade No compitió, pero tampoco dio facilidades para el desarrollo de la delegación mexicana, evitando llevar a entrenadores de los atletas que ganaron su pase, para que las acompañaran. Es de sentido común que la persona que conoce más sobre el rendimiento del competidor es quien ha estado preparándolo y no el que se saca la foto de pantalón largo.

Ha sido unos juegos olímpicos totalmente diferentes, una pandemia que modificó fechas, generando varios inconvenientes. Ha sido el año en donde 162 atletas mexicanos participaron en el más importante evento deportivo (histórica representación, siendo la más concurrida durante los juegos de verano). Muchísimas horas de esfuerzos, de sueños, de carencias y lesiones, es lo que han enfrentado los deportistas, aunado al poco apoyo técnico, a la carencia de instalaciones óptimas para la práctica del deporte, al no contar con condiciones de vida digna, el mínimo apoyo para asistir a competencias internacionales; además de ser los principales perjudicados en los escándalos de corrupción por parte de la dirigencia deportiva.

La titular de Conade, en efecto “no compitió”, pero tenía que hacerlo asegurando la  óptima preparación de nuestros atletas y no lo hizo, tenía que estar participando en el apoyo del equipo técnico y humano y no lo estuvo; tampoco en dar certidumbre y apoyo a los participantes que con la frente en alto y lágrimas en los ojos vieron frustrados todo sus esfuerzos, solo porque Ana no participó.