Ahora que está en boga la discusión sobre los fundamentos del capitalismo y su liberalismo económico; en estos momentos donde la globalización es puesta en duda (al menos como

 la conocemos); en momentos donde la incansable dicotomía Estado-mercado regresa con fuerza; donde la democracia como sistema no solo de elección y representación, sino como mecanismo político de respeto de las libertades, con atención de las demandas sociales, presenta las mayores interrogantes sobre de su eficacia; donde parece que escuchamos a Churchill decirnos nuevamente que la democracia es un “mal sistema, salvo en un sentido: todos los demás son peores”; en momentos donde la pandemia detuvo al mundo, donde muchos creemos que seremos los mismos, donde las desigualdades a lo largo de todo el globo se ensancharán; justo en estos momentos aparece el lanzamiento del cohete SpaceX de Elon Musk, como el primer viaje al espacio de una empresa privada.

En medio de este planeta que se debate en la existencia como la conocemos, se le suma una vena cargada de sangre capitalista que nos viene a aventar en la cara lo contradictorios que podemos ser, mientras a nivel tierra no logramos avanzar en las desigualdades, ni logramos hacer de la justicia nuestro común denominador, y nos levantamos a diario con nuestros dolores, nuestros 'Giovanni’, nuestros eternos y muchas veces silenciados 'Floyd’, nuestra bandera de los 43 (siempre los 43), para nuestras deambulantes y eternas víctimas del delito, de sus incansables familiares que rascan buscando huesos, respuestas; para los miles de desempleados que serán arrojados a la informalidad, así como para quienes volvieron a creer y volvieron a ser decepcionados, mientras todo esto sucede aquí, en nuestra economía; nuestro capitalismo ya es interplanetario, la oferta y demanda se puede trazar en el cielo, solo queda esperar si las desigualdades también lo hacen, porque entonces sí, habremos hecho negocios en el espacio a costa de nuestros miles de pobres en la tierra.

Ahora entiendo un poco más porqué nos hemos pasado mirando al cielo en busca de respuestas.

---
Eduardo López Farías es economista, maestro y doctor en Administración Pública; ha realizado dos estudios postdoctorales en España y actualmente se encuentra realizando un tercer postdoctorado.