"No quiero que me den la mano empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores, tampoco en su casa tranquilos,

 los quiero ver juzgados en esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo."

Pablo Neruda.

Existe una escena de la película "La. Sombra del Caudillo", donde los generales finalistas en la sucesión presidencial, Aguirre y Jiménez, se encuentran para aclarar paradas y fijar las reglas del juego.

Es un diálogo estrictamente político, de poder, de convencer o vencer, de cerrar paso a las intrigas o declarar abiertamente las diferencias. El encuentro no da lugar a ambigüedades, medias tintas o interpretaciones.

Me gusta esa escena porque pienso que así debe ser la política, la de verdad, que coloca los principios por delante, pone los intereses de frente y elabora un debate de ideas en torno a ellos.

Pero principalmente, la política profesional es la que asume posiciones, muchas veces hasta impopulares pero mantiene su congruencia y, con el paso del tiempo y el cambio de las circunstancias puede cambiar de perspectiva.

Tuve la oportunidad de conocer a políticos y políticas con carácter, definición y congruencia: María de los Ángeles Moreno, Ricardo Castillo Peralta, Manuel Aguilera Gómez, Wenceslao Sandoval, María Elena Chapa, entre otros. Mujeres y hombres que defendían y defienden sus ideas con razones, pasión, dignidad.

Desde hace unos años hacia acá, los políticos se han convertido en una espacie de publirelacionistas que quieren quedar bien con todos los segmentos poblacionales, minoritarios, mayoritarios, nacionales y extranjeros.

Esta es una de las más profundas debilidades de la cuatroteología. El movimiento en su legítimo afán por alcanzar la mayoría y llegar al poder ejecutivo federal hizo compromisos con todos los segmentos del espectro político, económico y social. Por eso en el 2018 pudo tener a una candidata conservadora como lily Téllez junto con un machista, presunto violador como Félix Salgado Macedonio. Puede tener en el gabinete ampliado a un defraudador electoral como Manuel Bartlett junto con un cristino ideólogo como Francisco Taibo II.

Morena es una mezcla de intereses, un batidillo de personajes que tiene un elemento en común: alcanzar ejercer y mantenerse en el poder. ¿A qué costo? Al que sea, eso no importa, no hay un precio ni aprecio ideológico, no hay principios en riesgo, no hay valores sociales en juego. Eso nunca ha estado en la balanza.

El colmo del pragmatismo prostituido es la política de corrupción, soborno y complicidad con la Secretaria de la Defensa Nacional.

Andrés Manuel le tiene miedo al Ejército, sabe que es la única institución del Estado Mexicano que ha garantizado al cien por ciento la transición, así se vio en. El 2000, 2006 y 2012. Y esa disciplina del ejército lo espanta.

AMLO no sacó la residencia oficial de Los Pinos, por una política de austeridad, lo hizo porque le incomoda la presencia del Campo Marte, las instalaciones militares del Chivatito y la cercanía de la sede de la Secretaría de la Defensa Nacional.

AMLO ordenó que las instalaciones militares de las guardias presidenciales ubicadas en San Antonio Abad y Viaducto, fueran vaciadas; no hay efectivos militares , unidades móviles ni elementos de seguridad. Es un cuartel abandonado.

Lo que sí hace es cooptarlos, captarlos y comprarlos: construcción y administración de aeropuertos civiles, de aduanas y puertos marítimos comerciales, del tren maya, obras de vivienda, transporte de gasolina. Negocios, negocios y más negocios.

Estos son los verdaderos intereses nacionales de la 4T. Medicinas para hipertensión, diabetes, cáncer; seguridad pública, ciudadana, integral; educación de excelencia , equidad de género, atención a niños con cáncer, protección a mujeres violentadas, salud de calidad, etcétera. Nada de eso importa.

El caudillo le apuesta a la resistencia del pueblo, y su apuesta es muy alta.

Promete, juega, se burla, finge enfermedades, inventa enemigos, pelea con fantasmas, persigue a gigantes de la literatura y del periodismo, señala con dedo flamígero, perdona con el báculo de su imagen.
Ya viene la vacuna "Patria". No podía faltar.

Lo triste va a ser cuando Juan Pueblo se forme desde las seis de la mañana, espere tres horas, llegue a su consultorio y cuando pregunte: "¿me puede aplicar mi vacuna?". La enfermera con tono enérgico y sin levantar la cara le diga: "Ya no hay Patria, se acabó, venga mañana, a ver si alcanza."

Consultor político y de comunicación social.
Ex Presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político de la CDMX.