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Ha sido una carga pesada,  desgastante, muy triste en ocasiones y, verdaderamente, lamentable  para los hombres mexicanos.

He visto no a uno, por no decir cientos, de caballeros perturbados y aturdidos por cumplir con proveer, amar y cuidar de sus seres queridos.

Los hombres mexicanos, han tenido que enfrentar con entereza esa imagen de  fortaleza, energía y capacidad, a pesar de los descalabros diarios en sus labores cotidianas.

En la política, en las empresas y en  la sociedad mexicana,  se castiga a todo aquel hombre que no “cumpla” con su función de proveedor, buen padre, buen amante y además buen hijo con su “madrecita” la autora de sus días.

Resultado de esta presión social: alcoholismo, drogadicción, infidelidad, fracaso laboral, divorcios, hijos abandonados y familias destrozadas.

Dedico esta columna a todos los hombres que leen estas líneas.

Muchos de ustedes,  hombres brillantes, gentiles, tiernos y con capacidad infinita de ayudar y amar, que han padecido la presión de “no fallar”.

Por fin las mujeres podremos contribuir a disminuir esa abrumadora carga social que, durante años, se les ha dejado a cuestas a los hombres en nuestro país.

De manera equivocada, en la sociedad mexicana se ha designado al hombre muchas de las actividades que la mujer puede desarrollar, tanto o mucho mejor que ustedes. 

Sin embargo, La participación de la mujer en la vida política, económica y social en México, ha sido marginal y negada inexplicablemente y, además, equivocadamente provocando rezago social.

A nivel mundial, existen claros ejemplos de naciones donde la participación de la mujer ha permitido un mayor y mejor  crecimiento y desarrollo de sus comunidades.

Bien, muy bien, la propuesta del Presidente Enrique Peña Nieto, para que el 50% de los candidatos a Diputados y Senadores sean mujeres, además, se garantiza que las suplentes también sean del sexo femenino. Esto dará apertura y ejemplo en  otras actividades productivas de la vida cotidiana.

Soy una convencida de que nuestros hombres en México, pueden crecer y aportar más de manera sensible, inteligente y humanamente posible, bajo un clima más equitativo, disminuyendo la presión a que son sometidos por el simple hecho de ser “el sexo fuerte”.

Si unificamos capacidades, hombres y mujeres en México, obtendremos más y mejores resultados en todas las actividades productivas, sociales y familiares en nuestro país.

Caballeros, ya no oculten su tristeza, su cansancio y agotamiento social.

México entra a una nueva era. Estamos en  el siglo de la información y el conocimiento. La revelación que ahora tenemos es que, hombro con hombro, hombres y mujeres,  conseguiremos un mejor México.

Seamos más solidarios, más felices compartiendo responsabilidades.

Nuestro país nos necesita unidos en familia, en la sociedad, en el trabajo y en la política.

Seamos ricos en compartir experiencias y disfrutar de un México brillante y prometedor.