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La geopolítica es la ciencia que estudia la espacialidad de la geografía política y de las relaciones de poder que existen entre individuos y entre Estados por un espacio vital enfocado en estrategias y tácticas tanto militares, económicas, de recursos naturales y políticas.

En la actualidad, estas relaciones de poder han venido desarrollando un espacio multipolar de contrapoderes hegemónicos dentro de las Relaciones Internacionales desafiando al “Poder Supremo” o “excepcionalista” que domina la totalidad y la otredad.

Como parte de éste marco, las relaciones de poder también se ven en el deporte como lo es el fútbol. El mundo multipolar representado por el bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, China, Sudáfrica), han sido propuestos para representar las sedes mundialistas como lo hizo Sudáfrica en el 2010; Brasil en el 2014, y próximamente Rusia en el 2018.

Aunque la selección china de fútbol no logró clasificarse para Brasil, la nación de oriente si es participante en otros rubros para el mundial: el balón mundialista, “Brazuka” ha sido fabricado en China; la mascota, el armadillo Fuleko tuvo su licencia en China y fue fabricado en ese país, así como los paneles solares para los estadios y algunos transportes que atienden a los turistas son de origen asiático.

Los BRICS son parte de un nuevo diseño y construcción de una estrategia en el desarrollo Sur-Sur y encabezan una transición hacia el mundo multipolar y también, son parte del establecimiento de eventos masivos y mundialmente mediáticos que posicionan a los BRICS en el escenario internacional.

El Mundial en este caso, representado por la globalización hipercapitalista y gran negocio del fútbol (muy a pesar de la mala organización, lentitud y gran costo en estadios) sigue siendo la oportunidad para que el mundo observe el desarrollo político, económico y social del país sudamericano.

La geopolítica del fútbol demuestra quién es el mejor organizador, el que gasta más, al que la Federación Internacional de Fútbol y Asociados (FIFA) apoya más y porqué lo hace. Si Brasil logró ser el organizador del Mundial de 2014, fue por un excelente dinamismo económico y político lo que le hizo estar de moda; hoy, sólo es un gigante con pies de barro.