"Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres": Risa luxemburgo  

De manera inteligente, con argumentos, datos duros y una que otra apelación emocional, Enrique de la Madrid Cordero refuta la narrativa sofista de la 4ª Transformación.

A lo largo de tres horas, el día de ayer EMC expuso su visión de México, ocupando la mayor parte del tiempo en responder las preguntas de los miembros de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, organizadora de la reunión junto con la Organización Mundial para la Paz.

“México es un país de clases medias”, afirma categórico EMC, al tiempo que reconoce la pobreza existente. Hasta 2019, apunta, 58 por ciento de la población pertenecía a este nivel socioeconómico, según indicadores oficiales del CONEVAL, lo cual es un atributo nacional importante.

Reconociendo nuestras carencias, Enrique enfatiza varias de las muchas fortalezas de nuestro país: “Ocupamos el 10º lugar en producción alimentaria y somos una potencia manufacturera. (…) Ningún país produce todo, lo importante es especializarse en lo que hacemos mejor y adquirir lo que no tenemos”.

Enrique vincula dicho desarrollo con la importancia de llevar a la educación hacia el siglo XXI, pues vivimos “un cambio de época” que demanda que los jóvenes se formen bajo otros esquemas y en otras áreas del conocimiento, a fin de capacitarse para las nuevas exigencias laborales. De hecho, EMC considera un área de oportunidad que la mitad de nuestra población sea menor de 29 años, segmento que con más naturalidad se relaciona con el entorno digital que ya domina al mundo.

Y aquí es donde De la Madrid, con todo realismo, da paso a las debilidades del país: En México no se progresa solamente “echándole ganas”, sino también teniendo acceso a educación de calidad, que es una de las obligaciones indeclinables del Estado, junto con la salud y la seguridad.

Crecer más y repartir mejor es casi un mantra en el discurso de De la Madrid. Pero también cree que eso se logrará si asumimos varios principios:

Primero, que los países que crecen y, por ende, viven en paz, son los que brindan un piso más o menos parejo para todos; “parejo para arriba, no parejo para abajo”, de tal suerte que haya menos opulencia y menos pobreza.

Segundo, si nos vemos como un equipo en el que quepamos todos con nuestras distintas opiniones. La energía social derivada de esa unión es la única que puede derrotar la arrogancia tanto de la tecnocracia, como del populismo que hoy nos polariza.

Tercero, que nuestro futuro no está en manos de un caudillo sexenal al que debamos entregar toda nuestra confianza. De la Madrid propone seguir a un líder que motive más liderazgos sociales que vigilen la gestión gubernamental y participen en la deliberación sobre sus necesidades; tal sería el caso de las mujeres, a quienes habrían de sumarse los “socios que crean en la equidad”.

Cuarto, no simular la empatía hacia los demás, sino de verdad vivirla como ciudadanos y exigirla a los gobernantes. “¿Se puede ser empático con los enfermos si mantenemos dos años el desabasto de medicamentos?”, se pregunta.

El espacio no me da para comentar todos los principios que planteó EMC, quien se declara un “demócrata liberal, pero porque creo en las libertades” y en el Estado de Derecho.

Dentro de todo su planteamiento algo quedó más que claro: Enrique de la Madrid deja el monopolio del odio y las falacias a otros, para promover un espacio nacional en el que quepa la verdad y, ¿por qué no?, la pasión por un futuro mejor.

Me pregunto si los partidos de oposición serán lo bastante inteligentes para mantenerse unidos y postularlo en el 2024…

Investigación: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.