El Estado y sus razones
Los deseos de cambio y transformación se hicieron presentes en el mes de julio. Con una abrumadora mayoría el Partido Movimiento de Regeneración Nacional
(MORENA) arrasó con la votación del 1º de julio. Sus propuestas —estridentes y antagónicas al status quo— fueron ampliamente respaldadas por la gente que —dicho sea de paso— se encontraba hastiada y sumamente indignada por la condición del país, los escándalos de corrupción y la rampante impunidad.
En una muestra clara de enojo, la gente exigió un cambio radical de rumbo. Ello implicaba, necesariamente, quitar a la clase gobernante de la escena y nombrar a otros que se encargaran de darle dirección a un país que, aparentemente, se encontraba a la deriva y abandonado. Ni el PAN con su cambio democrático, ni el PRI con su “pseudo experiencia” pudieron cumplir las expectativas de una sociedad que exigía bienestar, seguridad y desarrollo. De este modo, las miradas se dirigieron hacia el único líder social visible y que, en tres ocasiones, se había postulado para ocupar la Silla del Águila. Andrés Manuel López Obrador, supo capitalizar el enojo, la indignación y la frustración contra el gobierno y su partido, para utilizarlas a su favor y, de este modo, convertirse en Presidente.
Durante años recorrió uno a uno los municipios del país, hablando en las plazas púbicas en contra de las clases favorecidas por el régimen, criticando las acciones de gobierno y señalando, con dedo flamígero, a quienes no sólo habían incumplido su labor pública, sino que, además, habían sucumbido a la corrupción y se enriquecieron groseramente al amparo del poder público. Con ello, se ganó la simpatía de muchos y la empatía con otros. Se volvió la voz icónica de la inconformidad creciente en la sociedad, al tiempo que se consolidó como líder social. En campaña habló, ofreció y la gente lo aceptó y respaldó. Hoy es el Presidente Electo más votado de la historia moderna de México.
Ahora el escenario que se le presenta no es menor, por el contrario, los retos que enfrentamos como país son muchos y de muy variado origen, de naturaleza compleja y de solución a largo plazo que, para encontrar solución, se requiere de mucha destreza, conocimiento, paciencia y entereza para poder enfrentarlos y abatirlos. Ciertamente cuenta con un enorme bono democrático que, si bien no es eterno, le permitirá tener tiempo para planear, programar y ejecutar acciones de gobierno tendientes a cumplir sus promesas de campaña.
Pese a ello, el desgaste ha iniciado de forma temprana. El protagonismo ha dejado al descubierto riñas internas en el equipo de trabajo, improvisaciones mal logradas y actos que, desgraciadamente, han vuelto a la memoria aquellas trágicas situaciones que enfatizaban en la mente colectiva el alejamiento de la clase política, postrándose como aristócratas apoltronados ante los ojos de la gente, al tiempo que no se concretan acciones de gobierno tajantes que vayan encaminadas a poner fin a los terribles males que aquejan a la Nación. ¿Hacia donde vamos? y ¿Cómo le hacemos? Son preguntas que surcan el horizonte de México.
@AndresAguileraM.