EL ESTADO Y SUS RAZONES 
Mucha conmoción suscitó el anunció de la Jefa de Gobierno sobre el uso del
uniforme neutro. Es, sin duda, un tema que, quizá por lo novedoso —u obvio— llamó la atención de una parte importante de la población. La apuesta es muy simple: que en el uso del uniforme escolar cada niño, niña o adolescente, independientemente del sexo, decida si usa falda o pantalón. 
Así las cosas, esta propuesta ha generado un gran debate, lo que —a su vez— ha dejado al descubierto una situación que —al menos para mí— había pasado desapercibida, que es la imposición —de forma por demás violenta— de modos, formas y roles por parte de la sociedad.
Durante toda mi vida, por usos y costumbres, se me inculcó la idea de que ciertas prendas de vestir eran exclusivas para determinado sexo. Así, las niñas siempre usaban falda —o vestido— y los hombres pantalones, cortos o largos. Así como yo —estoy seguro— que a la mayoría de las personas de mi generación —y quizá las anteriores— crecieron con este mismo tema, lo que —a su vez— implicó la materialización de estereotipias que impusieron roles de género en la sociedad, que se volvieron reglas de trato social. En pocas palabras: se impuso socialmente la idea que la forma de vestir sexualizaba a quien las portaba.
Al final del día las túnicas, capas, faldones, sotanas, pantalones, blusones, camisas, blusas, camisetas, faldas, suéteres, chamarras, sudaderas y demás prendas, son simplemente pedazos de tela cuya finalidad es cubrir la desnudez del cuerpo humano como protección ante la intemperie. Han sido las sociedades las que han agregado valor o significado.
Con el pasar de los años y conociendo otras culturas y su devenir histórico, la realidad es que las prendas de vestir se han ido transformando con el pasar del tiempo, así como quienes las usan. Por ejemplo, en Escocia, no es extraño ver a hombres usando faldas, cuyos colores y motivos tienen un significado en razón de la historia; así como no es extraño, en la mayoría de las sociedades occidentales, que los pantalones sean usados por mujeres. En fin, en el orbe, cada vez, con mayor libertad, las personas deciden que tipo de vestimenta utilizan o —incluso— hasta si no las usan y viven en la desnudez.
La realidad es que este tema ha permitido vislumbrar que, estamos lejos de la máxima aspiración por el respeto a la libertad de las personas. Inconscientemente hemos asumido que las prendas de vestir determinan muchas cosas con respecto a la interacción social. Situación que, si analizamos con detenimiento, puede resultar hasta absurda, pues usar un pantalón no le resta feminidad a una mujer, o vestirse con faldón o falda, no le resta masculinidad a un hombre. Simplemente en uso de la libertad con la que contamos, alguien determinó utilizarlos para cubrir su cuerpo y resguardarlo de los cambios climáticos del entorno donde se desenvuelven.
Es importante cobrar conciencia que, socialmente hablando, fincarle valor o significado a las cosas y sobre ponerlas a la esencia humana, trae consigo la desvalorización del individuo por el hecho de ser, simplemente, un ser humano que tiene derechos intrínsecos y valor por el hecho de serlo.
@AndresAguileraM