El pasado 31 de agosto se hizo público un suceso verdaderamente lastimoso para todos. En Naucalpan, Estado de México, dos sujetos, escoltados por otros dos en motocicleta, subieron a una unidad de transporte público para asaltar a los usuarios. Ahí, uno de los asaltantes, disparó en contra de uno de ellos, sólo para demostrarles que “era en serio”. El joven herido fue trasladado al hospital donde, horas después, perdiera la vida a consecuencia de las heridas.

 Resulta que éste no era el primer atraco del día de estos “angelitos”. La Fiscalía del Estado dio cuenta que, sólo en ese día, perpetraron cuatro asaltos. El botín que el homicida obtuvo por ello fue de dos celulares y mil pesos. Por fortuna —y gracias a la participación ciudadana— hoy están sujetos a proceso penal.


Durante agosto los medios de información dieron cuenta de asaltos, lesiones y homicidios en diversas rutas del transporte colectivo en la zona conurbada de la capital del país. Estos sucesos fueron cada vez más violentos y ominosos, por lo que aumentó su notoriedad y trascendencia, sobre todo porque la gente decidió darle la espalda al pacto social y hacer justicia por propia mano, linchando a los sujetos, como la tristemente célebre golpiza propinada al asaltante de la ruta en la carretera México-Texcoco el día 3 de agosto de este año.

La violencia criminal ha arreciado en todo el territorio nacional. No sólo por lo que respecta al crimen organizado, sino a los delincuentes del fuero común. La desesperación se ha apoderado de todos; los criminales no son la excepción. Hoy salen a delinquir y ejercen más violencia en contra de las víctimas ya sea por no obtener los botines esperados, o bien por el incremento en el riesgo ante el enojo e indignación crecientes y latentes en la población.

Los robos a usuarios de transporte de pasajeros en particular son tema de interés general. Indignan más porque la mayoría de las víctimas son personas con una situación económica precaria, además de ser violentados desmedidamente por los perpetradores, en operativos dolosamente orquestados y que, desgraciadamente, tienen como base las deficiencias operativas e institucionales para prevenir los crímenes en las unidades del transporte de pasajeros.

Ante ello, la propia ciudadanía ha reaccionado. Los videos en las redes sociales dan cuenta de ello. Usuarios se organizan en el momento, para linchar —y hasta matar— a quienes se suben a las unidades a asaltar usuarios. Hay una profunda intolerancia hacia quienes atentan contra la gente y más en estos momentos en los que la situación económica aprieta más la vida de los ciudadanos.

La sociedad está harta de ser víctimas y están tomando acciones para dejarse de sentir así. Pareciera que se ha decidido dejar de lado la ley y las instituciones y hacerse justicia por propia mano. Tan es así que el video de la golpiza propinada al asaltante en la México-Texcoco ha sido uno de los más difundidos y aplaudidos de los últimos tiempos en el país.

Esto es sólo la antesala de la ingobernabilidad y a la barbarie, ante el desencanto por la falta de justicia y seguridad a la que el gobierno está obligado por propia naturaleza.
@AndresAguileraM