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El pasado 23 de marzo, se conmemoraron 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fuera el candidato del PRI a la Presidencia de la República, en aquel difícil año de 1994. A partir del deleznable suceso, se creó un mito que, lejos de venerar su obra, instiga a la sospecha y desata un sin fin de teorías de la conspiración en torno a su muerte.

Como Diputado Federal, Senador, Presidente del PRI y Secretario de Desarrollo Social, Colosio Murrieta demostró sus capacidades y aptitudes para ser merecedor de la candidatura a la Presidencia de México. Siempre se mostró sensible a la necesidad de lograr un cambio en la relación partido-gobierno e hizo patentes sus dotes de negociador, mientras que, como Secretario de Desarrollo Social, pudo conocer y sensibilizarse sobre las condiciones sociales que prevalecían en el país, al tiempo que materializó el programa de desarrollo social más ambicioso de la historia moderna del país: el Programa Nacional de Solidaridad. Efectivamente, más allá de ser un tecnócrata, demostró ser un político en toda la extensión de la palabra.

Pese a su trayectoria y aportes, la remembranza del político sonorense se centra más en las condiciones de su muerte, pues éstas han servido como base para entablar complejas teorías de la conspiración. Tan es así que, que para un importante sector de la población, el homicidio se fraguó desde las más altas esferas del poder, pese a que las investigaciones y conclusiones a que han arribado las investigaciones oficiales son contundentes respecto a la responsabilidad del homicida solitario, pues es inconcebible para una sociedad deseosa de materializar una conspiración.

A lo largo de 20 años, el mito ha crecido, siempre atizado por una larga fila de huérfanos políticos que han utilizado la sospecha, la duda y la ignorancia como herramientas para lucrar con el homicidio de Colosio Murrieta. A costa –incluso– del sufrimiento de la familia, amigos y cercanos al economista sonorense.

Hoy, muchos que se dijeron cercanos a Luis Donaldo Colosio Murrieta, siguen utilizando la especulación y la conjura para lucrar política y económicamente con la tragedia. De forma inescrupulosa cambian a capricho los hechos y atizan el fuego de la duda en la sociedad, a cambio de puestos públicos o bienes materiales. Así, mientras la leyenda crece, lo hacen también sus arcas y sus trayectorias, dejando atrás lo verdaderamente importante: la obra y vida de un político que dedicó su vida a la política y a México.

@AndresAguileraM