Irrumpió hace unos días como opción y parece todo lo que la oposición y la sociedad civil necesitaban para finalmente

confluir rumbo a la elección de 2024. Sin embargo, Xóchitl Gálvez tiene pendientes que resolver para confirmarse como la alternativa que unifique a los enojados con los arrepentidos, anime a los indecisos y, algo fundamental: haga soñar y participar a los escépticos que hoy no creen en la política.

El primer reto para Xóchitl, el más importante para muchos activistas que afanosamente han buscado un candidato de unidad no condicionado por los intereses de las cúpulas partidistas ni de las élites económicas, es deslindarse de Claudio X. González.

Ese personaje lleva años dedicado a sembrar desconfianza en la política para explotar el sentimiento antisistema con la formación de un partido pseudociudadano. Amparado en causas nobles como la educación y la transparencia, ha usado los abundantes recursos a su disposición para minar la confianza en el sistema de partidos. En su ruta está alentar la decepción con los pobres partidos de hoy y gobierno, para abrirle paso a una organización falsamente ciudadana, dirigida por él y sus gerentes, barnizada de democracia formal, que afiance políticamente la agenda de su burbuja: el grupo históricamente beneficiario del capitalismo de compadres que ha construido el México de la desigualdad; condición que le dio acceso al populismo de hoy.

Si Xóchitl Gálvez quiere ser la candidata de la unidad, tiene que declarar y demostrar públicamente que no le debe nada ni a Sí por México, ni a su propietario Claudio X. González, ni a ninguno de los membretes que él regentea, ni tampoco a otros grupos de políticos de partido, como el Frente Cívico de Guadalupe Acosta Naranjo y Gustavo Madero, quienes como el junior, se han disfrazado de ciudadanos después de haberle succionado la energía vital y los recursos al agonizante PRD, o de haberse quedado sin opciones en el PAN. Unos son empresarios haciendo política y otros son políticos de partidos sin partido, no ciudadanos. Ambos, con sus intereses e historia, le estorbarían a Xóchitl para construir la unidad.

El segundo reto de la senadora, quizá mayor, es sobreponerse a los intereses de La Liga de las Sombras que se apoderó del PAN desde que Ricardo Anaya traicionó a Madero e inició una purga interna para construir su fallida candidatura presidencial.

Hoy esos grupos, sin prestigio ni proyecto más allá de asegurarse candidaturas para hacer negocios de cuestionable legalidad, están representados por Marko Cortés, el pequeño dirigente nacional panista, y Jorge Romero, el responsables de la putrefacción del PAN en la CDMX, asociado entonces a Mariana Gómez del Campo y Kenia López Rabadán en los años del calderonato, pero hoy apoyado por aquellos a quienes hizo candidatos al perfeccionar la manipulación del padrón de militantes panistas que inauguró justo cuando encumbró a Gómez del Campo en una elección sucia contra Carlos Gelista.

Cortés le debe a la operación electoral de Romero su llegada a la dirigencia nacional y ambos tienen candidatos. El primero quiere a Santiago Creel, su protector, como abanderado presidencial, y el segundo quiere a uno de sus seguidores, Santiago Taboada, como competidor por la Jefatura de Gobierno. A ambos se les atraviesa Xóchitl Gálvez, que sería una candidata ganadora por el gobierno capitalino y una espléndida aspirante presidencial opositora. Los dos, Cortés y Romero, tiene una objeción con ella: no la pueden controlar porque no responde a sus intereses.

Por su historia personal y las reacciones que genera, entre otras poner nerviosos a los morenistas, Xóchitl quizá sea lo que la oposición lleva tres años buscando.  Adicionalmente, la senadora le ofrece a los partidos, PAN, PRI, PRD y hasta MC, algo que solos no podrán conquistar: una inmensa cosecha de votos ciudadanos para lograr el otro gran objetivo, una coalición opositora en el Congreso que detenga a Morena y recupere la independencia legislativa.

Sin embargo, Xóchitl Gálvez debe entender que no recibirá un cheque en blanco para ser candidata de unidad, que es indispensable deslindarse de quienes le restarían legitimidad porque le cargan sus intereses, y que su camino a cualquier candidatura es un campo minado, sobre todo en el PAN.

Alejandro Envila Fisher

@EnvilaFisher

Alejandro Envila Fisher es periodista, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Dirigió durante 15 años la revista CAMBIO y Radio Capital. Fundó y dirigió durante cinco años Greentv, canal de televisión por cable especializado en sustentabilidad y medio ambiente. Ha sido comentarista y conductor de diversos programas de radio y televisión. También ha sido columnista político de los periódicos El Día y Unomásuno, además de publicar artúculos en más de 20 periódicos regionales de México desde 1995. Es autor de los libros “Cien nombres de la Transición Mexicana”, “Chimalhuacán, el Imperio de La Loba” y “Chimalhuacán, de Ciudad Perdida a Municipio Modelo.