Al contactar con el operador, Perry le explicó que su intención era bombardear la Casa Blanca y asesinar al presidente.

El contenido de la llamada fue denunciado a los servicios secretos estadounidenses, que encargaron a un agente que investigase las amenazas y finalmente determinaron la detención de Perry.

Según el Casper Star-Tribune, el detenido se negó a ser entrevistado por el agente que investigaba las amenazas.

Perry compareció este lunes por primera vez ante un juez de Cheyenne, quien determinó que se le volviese a ingresar en un centro de salud mental durante cuarenta y cinco días para que se le realice un examen psiquiátrico y se determine si se encuentra en disposición de afrontar un proceso judicial.

Las amenazas de muerte al presidente se castigan con penas de hasta diez años de prisión en Estados Unidos.