La propuesta de reforma migratoria que se estudia propone que para alcanzar un estatus de legalidad, el migrante compruebe diez años de residencia en Estados Unidos, así como un comportamiento apegado a sus leyes. Los niños que migraron con sus padres podrían regularizar su estancia demostrando cinco años de residencia, el dominio del idioma inglés y el pago de una multa.

El senador republicano Charles Grassley, sostiene que se realice un anáisis para detectar posibles debilidades de esta iniciativa antes de ser aprobada y evitar así que la reforma se convierta en una carta de regularización general que permita la llegada de una ola incontrolable de inmigrantes de todo el mundo. En tanto, el senador demócrata Chuck Schumer, afirma que la regularización de los migrantes indocumentados permitirá tener un mayor control sobre ellos al tener conocimiento de su residencia y actividades en esa nación.

Así, el debate de esta reforma refleja un ambiente positivo previo a la reuniín de Estado que sostendrán los presidentes Enrique Peña Nieto y Barack Obama en nuestro país en los próximos días 2 y 3 de mayo. El tema migratorio, junto con el del desarrollo económico y social, seguramente serán abordados en la agenda bilateral de ambos mandatarios.

Es claro que éste es un avance concreto de las demandas de los migrantes mexicanos por alcanzar una estancia legal en Estados Unidos, a efecto de tener condiciones de igualdad en sus derechos laborales y acceso a los sistemas de seguridad social, particularmente al servicio médico y la educación. De igual forma, representa un avance en el objetivo de construir un mercado laboral unificado al estilo de la Unión Europea, en donde la movilidad del trabajo brinde ventajas competitivas a ambos países.

El primer paso está dado y todo indica que será una realidad en beneficio de millones de seres humanos.

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