Lo Blanco y lo negro 
Este martes pasado en el marco de las celebraciones por los 74 años de
Autonomía Universitaria, se inauguraron las actividades del Congreso Internacional sobre Autonomía, Democracia y Gobierno Universitario, a llevarse a cabo en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) entre el 17 y 20 de septiembre. Con el objetivo de enriquecer la comprensión de las instituciones apoyadas en el ejercicio histórico del quehacer universitario y en prácticas y experiencias exitosas relativas al gobierno y gestión universitaria.
Los temas que se abordan son la relación entre las universidades públicas y el Estado, autonomía y gobernabilidad universitaria, así como evaluación, transparencia y rendición de cuentas. En donde se efectúan conferencias magistrales, presentaciones de libros, un panel de análisis y discusión entre rectores de universidades públicas, mesas de debate, exposición de ponencias, un concurso de oratoria, así como una exposición de carteles.
El Congreso Internacional sobre la Autonomía, Democracia y Gobierno, favorece el dialogo y el análisis ante la visibilidad constante sobre casos de corrupción, en las cuales las instituciones públicas se han visto sujetas a un deterioro acelerado que afecta uno de los bienes inmateriales más preciados del sistema democrático: la confianza. La UAEMex no ha quedado exenta de estas discusiones, en donde el Rector Alfredo Barrera Baca ha marcado su postura con objetividad y con un alto grado de legitimidad académica que proviene de su propia comunidad.
Francois Vallaeys sostiene que “la responsabilidad social le exige a la universidad ser una organización que se piensa, se investiga y aprende de sí misma para el bien de la sociedad”. En este sentido la universidad es ante todo un foro para la argumentación, así vista, es en todo sentido condición indispensable para el pensamiento y la creación libre, en donde se permite ser críticos y exponer lo que es necesario para la evolución el saber y generar soluciones prácticas.
Las circunstancias políticas y sociales que atraviesa el país, plantean la necesidad de examinar las relaciones entre la Universidad Pública y el gobierno; las universidades coinciden con los propósitos nacionales de mayor transparencia en el ejercicio de los recursos públicos, cero tolerancias a la corrupción y fortalecimiento democrático de las instituciones.
Es frente a estos retos que se vuelve más sensible el tema de la autonomía universitaria. La formación ética de los próximos líderes y de los futuros ciudadanos económicamente productivos requiere un ambiente de libertad intelectual que favorezca la transmisión y generación del conocimiento y el aprendizaje de hábitos sociales que se funden en la solidaridad y la fraternidad; valores que deben estar ajenos a los intereses parciales de una u otra ideología política o creencia religiosa.
En este sentido el artículo 3º constitucional dice en la parte relativa, que las universidades públicas están dotadas “de plena autonomía en su régimen interior en todo lo concerniente a sus aspectos académico, técnico, de gobierno, administrativo y económico”.Estos tres aspectos; gobierno, académico y financiero, constituyen la base toral de la autonomía universitaria en toda América Latina, al menos desde 1929. Así, además del discurso jurídico hay una fuerte raigambre intelectual en este tema. Siempre se ha tratado de una tensión política entre quien detenta el poder, pretendiendo a su vez, hacer de la universidad otro coto de sus aspiraciones y quienes desde el aula pensamos en el reducto universitario como un espacio de libertad de cátedra, en donde podemos hacer florecer el conocimiento en la más amplia y genuina labor docente; enseñar a pensar y ser libres a los jóvenes que acuden al abrevadero del pensamiento universitario.
La sociedad confía en sus universidades y espera de ellas respuestas concretas a problemas concretos. El desafío de sostener, para las futuras generaciones, un planeta sobreexplotado y además recomponer el pacto social también es tarea de los universitarios. 
La sociedad avanza y las perspectivas de las personas y las instituciones cambian. Es importante contar con estos foros de discusión y diálogos abiertos, con la finalidad de que todos tengan una voz y participen. Es una gran oportunidad para que la comunidad universitaria construya un modelo para el futuro.
Finalmente concluyo este análisis en coincidencia con lo expresado por el Rector Alfredo Barrera, “De nada le sirve al país una Universidad sumisa y obediente o, peor aún, presa de las disputas políticas públicas clientelares que se nutren de procedimientos populistas y se justifican a sí mismos con el discurso pretendidamente democrático”.