La firma del nuevo tratado de libre comercio (Tratado México, Estados Unidos y Canadá) fue de los últimos actos de gobierno que realizó el entonces Presidente de la

Republica Enrique Peña Nieto, junto con sus homólogos Donald Trump de Estados Unidos y Justin Trudeau Primer Ministro de Canadá, para continuar su proceso en los tres países, que es ser ratificado por sus respectivos organismos parlamentarios. En el caso mexicano por el Senado de la República quien tiene la atribución exclusiva para hacerlo y el 19 de junio de este año, con 114 votos a favor, 4 votos en contra y tres abstenciones, aprobó en sesión extraordinaria la ratificación del Tratado que remplazaría al actual tratado de libre comercio de América del Norte vigente.
“Con esta aprobación, México manda un claro mensaje a favor de una economía abierta y de profundizar su integración económica en la región”, dijo el Senado en un comunicado.
Sin embargo, en Canadá no ha avanzado por temas político electorales, y en el Congreso Norteamericano el Tratado no es una prioridad en la agenda legislativa al menos para la líder con Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, quien quiere llevar a Juicio Político a Donald Trump.
En el tema estadounidense los sindicatos son ahora un factor que esta influyendo, incluso parte del condicionamiento de la administración Trump, fue modificar aspectos de la Ley Federal del Trabajo que el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador y la mayoría del MORENA en ambas Cámaras impulsaron para que las mismas se ajustaran al TMEC, sin embargo el 9 de octubre Richard Trumka, líder sindical de AFL-CIO, advirtió que EU no debe avalar el T-MEC, y señalo: “Si no pueden hacer cumplir sus propias leyes, tenemos un problema real”, “No podrá funcionar ningún acuerdo”.
La última reforma laboral en México estuvo centrada en garantizar la democracia sindical y la representatividad de los trabajadores en negociaciones contractuales.
El tema es de la mayor importancia para la economía nacional, ya que el 80 % de las exportaciones son hacia los Estados Unidos, por lo que tal incertidumbre a México no beneficia, si bien es cierto sigue vigente el TLCAN, y que en base a ese desde 1994 las cosas vienen funcionando, tampoco es garantía como lo ha hecho la actual administración le ponga aranceles (impuestos) a productos mexicanos, como ya ocurrió con el acero.


Cuando los intereses político electorales se ante ponen como es el caso de Canadá y Estados Unidos, difícilmente se avanzará en un corto plazo en la ratificación del acuerdo, y a nosotros solo nos queda seguir como diría Kaliman bajo “la serenidad y paciencia.”