Recientemente, se estrenó en diferentes salas de cine del país, además de la Cineteca Nacional —en la Ciudad de México—,

una película interesante y divertida tanto por su temática como por su desarrollo. Se trata del filme El hombre perfecto (2021) de la directora alemana María Schrader, ya conocida internacionalmente en el ámbito del entretenimiento gracias a la exitosa miniserie Unorthodox, trasmitida en Internet por una de las empresas comerciales que ofrecen este tipo de servicios on line.

El hombre perfecto es una comedia romántica con tintes de ciencia ficción ambientada en la época actual, en la cual Alma, una científica soltera y ya no tan joven, convive cotidianamente con un robot “humanizado” y programado con un propósito central: ser su pareja ideal y hacerla feliz. Este androide se llama Tom y forma parte de un proyecto de punta sobre inteligencia artificial que busca perfeccionar este tipo de productos con fines de mercantilización.

El planteamiento inicial de la película es sencillo y en apariencia sin mayores complicaciones para Alma, el personaje principal de la historia interpretado magistralmente por la actriz Maren Eggert, a quien se le ha pedido que una vez concluido el periodo de convivencia acordada con el robot humanizado, entregue un informe en el que justifique su opinión sobre la viabilidad y pertinencia de esta propuesta. Sin embargo, la relación entre Tom (una máquina inteligente) y Alma (un ser humano) no fluyen tan bien como era de esperarse, a pesar de lo avanzado de la tecnología que posee el androide, programado para complacer a su dueña en todo momento.

En El hombre perfecto, María Schrader, directora y también coguionista de esta cinta, hace evidente, mediante escenas chuscas, unas, y graciosas, otras, que la felicidad como el sentido último de la vida es una meta difícil de alcanzar, incluso en las sociedades más desarrolladas. Por lo tanto, la reflexión final a la que nos conduce la cineasta es la confirmación del carácter profundamente contradictorio de la naturaleza humana y, por ello, de la dificultad (o el despropósito) que encierra el anhelo de encontrar una fórmula mágica que nos haga felices como seres humanos. Así las cosas, en uno de sus diálogos finales, Alma se pregunta: “¿no son precisamente los deseos sin cumplir, las fantasías y la búsqueda eterna de la felicidad el origen de lo que nos hace humanos?”

En concordancia con esta reflexión, pareciera que los pueblos y las sociedades más desarrolladas, como es el caso de Alemania, se sienten insatisfechos con un estilo de vida en lo que todo está resuelto o se tiende a ello, sin mayores retos que inspiren a los hombres y a mujeres tratar de ser cada vez mejores sacando de sí esa espiritualidad llamada humanidad.

Esta temática ha sido abordada en diversas ocasiones en el mundo literario, y uno de los que ejemplos que primero vienen a cuento es la novela Un mundo feliz, del escritor británico Aldous Huxley, publicada por primera vez en 1932, en la que se muestra una sociedad dominada por los avances científicos y tecnológicos. Y en donde la reflexión del autor igualmente refiere la imposibilidad de un “mundo feliz” compatible con las emociones y la naturaleza humanas.

Finalmente, es importante señalar que la actuación de Maren Eggert en su papel de Alma es estupenda y muy bien lograda, lo cual tampoco ha pasado desapercibido para los jurados de los diferentes festivales de cine en los que el filme El hombre perfecto ha participado. En particular, el prestigiado Festival Internacional de Cine de Berlín 2021, donde Eggert obtuvo el Oso de Plata a la mejor interpretación femenina. @NohemyGarcaDual.

Nohemy García Duarte