Las benditas redes sociales

A TODOS LOS TUITEROS:

"Razonamiento y juicio son las mejores cualidades de un dirigente": Tácito

Sin duda, las redes sociales han dado micrófono a una enorme cantidad de ciudadanos que antes no tenían forma de magnificar sus voces sobre asuntos públicos, para mostrar sus descontentos o sus satisfacciones sobre el desempeño de la clase política.

Nadie como el actual presidente ha aprovechado esta movilización digital. Más allá de si las cuentas de la 4T están o no plagadas de bots, lo cierto es que las voces morenas se hacen oír o escuchar, ya sea que tengan cientos o miles de seguidores.

Lamentablemente, para mí esas voces están cargadas de emociones y muy poco de razonamientos. Déjenme explicarme; miren ustedes, cuando los fans de alguna estrella de rock desbordan sus emociones, los juicios sobre su calidad artística pasan a ser secundarios, pues de lo que se trata es de vender música y moda; pero si estamos hablando de asuntos públicos que impactan por igual a las mayorías como a las minorías, los juicios sobre la efectividad de las políticas públicas, la transparencia y/o la democracia, el asunto es bien distinto, los datos y los razonamientos debieran pesar.

Pero lamentablemente no es así… Aun cuando “la opinión pública posee una dimensión prescriptiva que remite a la forma en que el debate público debería conducirse -como una deliberación racional entre ciudadanos que sirve para refinar el uso público de la razón- este ideal de raigambre ilustrado,” nos dice el académico Manuel Arias, de la Universidad de Málaga, “no parece realizarse fácilmente en las democracias existentes, marcadas por el ascenso de los populismos y una creciente polarización ideológica que a menudo desemboca en dinámicas ‘vetocráticas’.”

Me gusta este concepto de “vetocráticas” y viene a cuento mi reflexión por algunas desagradables experiencias en redes sociales que ha tenido mi colaboradora, Upa Ruiz. Les platico la de la semana pasada en Twitter:

Upa se encontró con un meme que afirmaba que la transmisión de las mañaneras ha tenido un costo de 135 mil millones de pesos, una cifra tan astronómica como falsa. Si tal mensaje lo elaboró algún asesor político de la oposición, ya lo podrían ir despidiendo e investigando. 

El seguidor de la 4T afirmó que “las mañaneras carecen de costo alguno. Son transmitidas solo por canales y personal de TV pública.” Por lo tanto, Upa Ruiz desglosó el costo aproximado de un equipo humano de producción para las mañaneras: “La cifra (del meme) es descabellada”, me dijo y agregó: Pero sí tiene un costo de más o menos 500 mil pesos mensuales en sueldos, equipo, materiales y demás…”

Todo iba bien, hasta que a mi colaboradora se le ocurrió comentar que “la idea de las mañaneras es buena, el problema son las medias verdades y los insultos”. ¡Híjole!, no hubo manera de que los cuatroteros aceptaran que, con mucha frecuencia, el presidente insulta a quienes no piensan como él. Ella concluyó el diálogo (¿?) respondiendo a los cuatroteros: “Yo respondí con respeto y ustedes me dicen fascista mononeuronal… Eso siempre me pasa cuando trato de dialogar con los seguidores de la 4T…”

Y es cierto, siempre le pasa; siempre nos pasa prácticamente a todos. En otras ocasiones leer “hija de tu X madre” como respuesta a algún comentario ha sido bastante frecuente, dando ejemplo de lo que es una dinámica “vetocrática”.

Si uno quiere dialogar dentro de las redes sociales, pues hay que permanecer en la burbuja de gente similar a uno y vivir “el fenómeno del contagio. (…) Experimentar sentimientos de comunidad en su contacto con formaciones más o menos fluidas en torno a asuntos o problemas concretos, al tiempo que nos adscribimos a una tribu moral concreta.” (Arias M.)

El problema con las redes es el desarrollo de un antagonismo hacia otros grupos sociales que llegan a percibirse como rivales. En esa lógica, si uno osa acercarse a los que piensan distinto, no hay manera de entender su razonamiento porque simplemente no lo dan a conocer y solo emiten vituperios, como si tuvieran el legítimo derecho a ello y eso fuera suficiente.

No digo que el insulto sea exclusivo de los seguidores de la 4T; en la oposición también los hay, pero son menos frecuentes. Tampoco son exclusivos de México y mucho me temo que “el estilo personal de gobernar” de don Andrés incentiva estas conductas vetocráticas.

Qué tiempos aquellos en que un presidente lo que anhelaba era a que la población se sintiera más que menos en paz. Hoy en día, la 4T sigue explotando el enojo, la frustración y el resentimiento social. La novedad de cada mañanera es ver quién será el villano del día o de la semana; con ello, el inquilino de Palacio sigue alimentando la negatividad en sus bases y estigmatizando al resto de los ciudadanos. La democracia “sensorial” en pleno.

Lo peor es que aun cuando don Andrés se vaya a su rancho, el encono tan bien fomentado durante seis años podrá continuar muchos más, haciendo imposible la unidad entre los mexicanos y la visión común del país fuerte que anhelamos.

Ya me imagino la cena de negros que será la campaña por la Presidencia…

¿Qué podrá ganar el país con tanto vituperio?

Nada.

Leopoldo Mendívil

Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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