DIP. JULIETA VENCES VALENCIA, COMISIÓN DE IGUALDAD DE GÉNERO, CÁMARA DE DIPUTADOS:

¡Al fin! Una campaña de concientización sobre la violencia de género y está dirigida a los hombres.

Aun cuando fueron minimizadas en su momento, las marchas de feministas visibilizaron el tamaño del problema en México, así como el hartazgo de las mujeres hacia la conducta masculina y hacia la indolencia de las autoridades de todos los niveles de gobierno.

Me puse a revisar algunos trabajos académicos para entender por qué nuestro país hay tanta violencia de género, vamos, por qué es tan violento, y no encontré una sola respuesta. Le podemos echar la culpa al modelo neoliberal, a la desintegración familiar, a los patrones culturales, a la declinación de los valores personales y sociales, a la deficiente procuración de justicia, a la falta de oportunidades y a las que usted quiera agregar.

Me pareció encontrar un hilo conductor: los individuos violentos suelen tener un deficiente desarrollo de la responsabilidad y de esta manera van conformando una identidad alrededor de la conducta violenta, que no es otra cosa que “el uso inmoderado de la fuerza –física, económica o psicológica- con el fin de lograr los propios objetivos sin la voluntad de la víctima” (Muñoz, B., Portales Médicos, 2018).

Muy bien, aquí está la definición de los estudiosos; ahora falta que los violentos se identifiquen con ella.

A nadie le gusta reconocerse en un espejo de esta calaña y eso me hace recordar que hacer varios años, el Instituto Politécnico Nacional diseñó una regla que, en vez centímetros, traía una escala de violencia y que muy atinadamente llamó “Violentómetro”. Empieza con “Bromas Hirientes”, luego va subiendo a “Intimidar” y “Humillar en Público” y “Controlar”. Menciono estos primeros niveles porque son socialmente aceptados y hasta justificados como parte del carácter del agresor; son las conductas que se dejan pasar.

La violencia de género es un problema que arde. En el primer trimestre de 2022 llegaron al 911 la friolera de 74 mil 600 llamadas de emergencia por violencia de género y ya no había el pretexto del stress por el COVID.

No todas estas llamadas se traducen en denuncias, pues de enero a septiembre de este año apenas se levantaron cuatro mil 83 y eso que el número de denuncias ha crecido constantemente desde 2015 (TResearch). No sé si el incremento se deba a un cambio en la actitud de las mujeres o a que hay mayor receptividad en los Ministerios Públicos; esperemos que sea la afortunada conjunción de ambas causas.

Llama la atención las estadísticas por entidad, pues el Edomex y Veracruz son los estados con mayor número de casos denunciados por violencia de género por cada millón de habitantes, mientras que los del sur ni pintan. Sí, esas entidades donde las mujeres son vendidas en matrimonio registran unos cuantos casos, lo cual nos habla de la dominación masculina y el silencio de las mujeres en tales zonas.

Vaya como ejemplo un estudio realizado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde las mujeres sólo identificaban la violencia física, pero apenas 42 por ciento reconocía la violecia verbal. Lo más sorprendente es que no ubicaban la violencia intrafamiliar, que es es donde se origina el círculo vicioso de los patrones tóxicos.

El feminicidio es el último eslabón de una cadena de violencia y su incremento ha sido constante, pues mientras en 2015 ocurrieron 426, para 2021 alcanzaron 966, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. A estos números agregue los casos erróneamente clasificados como homicidios.

Ahora le doy una noticia buena y una mala.

La buena: la Secretaría de Seguridad Ciudadana está por concluir la estructura de un Banco de ADN de Agresores Sexuales; espero que se nutra de muestras genéticas obtenidas en víctimas de todo el país.

La mala: La Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, el órgano coordinador de los esfuerzos insterintitucionales, está prácticamente desaparecida, lo cual me hace suponer que la campaña de INMUJERES es un esfuerzo valioso pero aislado.

Es más, la campaña estará al aire hasta el 12 de diciembre, con lo cual su impacto será muy, muy limitado.

¿Cuántas mujeres más deben sufrir para que nuestras autoridades, de todos los niveles, valoren sus vidas?

Leopoldo Mendívil

Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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