SAMUEL L. POPKIN, CONSULTOR POLÍTICO:

"El que por su gusto es buey…": Refrán popular

Allá por los años 90s leí con mucho interés su obra “The reasoning voter”, en la cual usted planteaba su hipótesis sobre la racionalidad que el ciudadano común sigue para formarse una opinión sobre la vida pública y los gobiernos.

Me resultó muy lógico su planteamiento de que, para un ciudadano común es muy difícil y costoso, en tiempo y esfuerzo, recopilar información sobre los actos de gobierno: Baste como ejemplo la reciente contrarreforma eléctrica realizada por la actual administración; no veo a nadie indagando sobre los contratos con los inversionistas extranjeros, ni sobre información adicional para saber si son o no beneficiosos para el país.

Según su obra, la racionalidad del votante se basa en la combinación de la propia experiencia sobre el desempeño de un gobierno y/o partido, su vida cotidiana, la información que recibe de los medios de comunicación y las campañas.

Después de combinar y simplificar la información y sus experiencias, a la hora de manifestar sus preferencias políticas o el sufragio, la gente pregunta “¿Qué ha hecho este gobierno/partido/candidato por mí últimamente?” Y aquí es donde, por lo menos en el México actual, su propuesta hipótesis se topa con pared…

Mire, doctor Popkin, en diversas encuestas, la persona del presidente López Obrador ha recibido una alta aprobación, pero no así su gestión. El cariño hacia el presidente se relaciona con su autoidentificación con el “pueblo”, del cual ha sabido mover y seguir moviendo emociones e intereses primarios.

¿Pero por qué le cuento esto, doctor Popkin? Porque en la encuesta publicada hace dos días por el periódico Reforma sobre la evaluación del actual gobierno, los datos dicen otra cosa distinta a la del votante racional.

Pese a los evidentes malos resultados de este gobierno en rubros sustantivos para el país, 59 por ciento de la gente “aprueba la forma en que AMLO está haciendo su trabajo como presidente”.

Con base en datos duros oficiales, he señalado, al igual que muchos colegas, comentaristas y académicos, que los grandes errores de este gobierno están en educación, empezando por no ocuparse de un programa de regularización post-pandemia y no obstante ello, el 64 por ciento “aprueba la manera como el presidente está tratando” este asunto.

Hay más pobres que nunca y la clase media se ha pauperizado; sin embargo, el 52 por ciento aprueba el combate a la pobreza pero; peor aún, el 51 por ciento aprueba el manejo de la salud cuando tuvimos muertes en exceso por el pésimo manejo de la pandemia, se quedaron fuera a 15 millones de derechohabientes del Seguro Popular, sufrimos el peor desabasto de medicamentos de la historia y la vacunación infantil está por los suelos.

Aun cuando la inseguridad sigue siendo “el principal problema del país” (56 por ciento),  su relevancia ha perdido nueve puntos desde 2019, ya que tenemos más masacres, muertos, desparecidos y asaltos que nunca.

¿Cómo es posible que la realidad que a todos nos pega, pero sobre todo a los más pobres, se subsuma en la percepción?

El secreto está en el discurso populista del presidente, que machaca y remachaca a diario, explicando “su realidad real” a partir de medias verdades y otros datos; culpando a otros de los propios fracasos y postergando promesas que, incluso en el futuro, difícilmente se cumplirán.

Usted no está para saberlo ni yo para contárselo, doctor Popkin, pero miles de veces hemos escuchado que tendremos servicios de salud como los de Dinamarca, que se pacificará el país, que ya mero Dos Bocas nos hará autosuficientes en gasolina; que los programas sociales son la envidia mundial; que no se contrae la deuda y otras falacias similares.

Y la gente lo cree…

No sabe, don Samuel, la decepción que la encuesta me provocó. No me decepciona López Obrador; él es absolutamente congruente con lo que considera su destino manifiesto.

Me empiezan a decepcionar mis compatriotas que, embelesados en la demagogia, no son capaces de exigir la verdad y reclamar un gobierno eficiente, honesto y democrático. Porque ese 51 por ciento que considera que “es necesario un cambio en el rumbo del país”, no es suficiente.

Y ni cómo ayudarlos.

Ni cómo ayudar al país…

Leopoldo Mendívil

Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

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