Cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno del Distrito Federal, un diputado local trataba de convencerlo para que aprobara la propuesta

de Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, pero el tabasqueño estaba reacio a hacerlo.

Palabras más, palabras menos, le dijo: “Andrés, esta es la oportunidad para transparentar las acciones de tu administración y con ello poner el ejemplo. Hay que aprobar la iniciativa”.

La respuesta del tabasqueño fue, palabras más, palabras menos: “Tú solo eres un diputado y yo soy el que manda”.

Luego de la marcha realizada el domingo 27 de junio de 2004 en la CIUDAD CAPITAL por miles de mexicanos en contra de la inseguridad, López Obrador aceptó –a regañadientes– recibir a una comisión representativa de las organizaciones sociales que llamaron a la movilización.

Llegó, saludó, escuchó los comentarios, los análisis, las criticas, las propuestas y cuando concluyeron se fue. No dijo nada.

Respecto de la movilización declaró: “Sigo pensando que metieron la mano, no sé si blanca o negra, para manipular este asunto y señaló tres cosas de manera puntual: una, la manipulación de las derechas; dos, el oportunismo del Gobierno federal y también el amarillismo en algunos medios de comunicación, no en todos. La mano negra está, como no, en quienes promovieron esto, desde luego mucha gente llegó por su propia voluntad, por su propio pie, considerando que es uno de los problemas principales de la Ciudad y el País, pero desde luego hubieron o hay quienes quieren sacar raja política de este asunto”.

Al ver las cosas en retrospectiva, él sigue siendo el mismo y, como se ha visto durante los tres años de su gestión, no cambiará, al contrario, se podría ir más al extremo o ser todavía más auténtico, según la lupa con la que se le vea.

¿Por qué quiere que la gente vaya al Zócalo hoy para conmemorar el tercer aniversario de su gobierno?

Hay que recordar que el 3 de octubre pasado, durante la presentación de los avances del Plan de apoyo a afectados por el huracán Grace en Huauchinango, Puebla, un grupo de personas irrumpió en el evento y López Obrador tuvo que salir custodiado por militares pero antes de ello, invitó a la gente a asistir el 20 de noviembre a la Plaza de la Constitución.

Más tarde, en Apizaco, Tlaxcala, dijo: “Yo espero que para la próxima lo hagamos en las plazas, ya los actos. Ahora le llaman portazo, abrieron las puertas en Huauchinango y entraron porque la gente ya quiere vernos, que los escuchemos de manera directa y quieren participar.

“No quieren que todo sea a través del internet, de la televisión. Si terminamos de vacunar como creo lo vamos a lograr. Ya para el 20 de noviembre, plaza pública. Vamos a comenzar en el Zócalo porque así lo pide la gente. Entonces, vamos a hacer ya grandes concentraciones para que todo el que quiera llegar pueda asistir”.

Fiel a su costumbre de manipular las cosas, mintió porque no es que la gente de Huauchinango quisiera escucharlo de manera directa como dijo, no.

Las personas fueron para protestar por haber sido excluidos del censo de afectados por el meteoro. En esa ocasión, una mujer logró llegar hasta el Presidente y tomarlo de brazo, mientras que un hombre lo encaró. Por eso se fue.

Unos días después –el 12– informó en la mañanera que el 20 de novimbre se realizaría el desfile y él informaría a la gente desde el Zócalo el 1 de diciembre.

Para el tabasqueño es muy importante el evento de hoy por varias razones. Quiere volver a conectar con la gente, eso sí, de lejos.

Como buen egocéntrico que es, requiere del aplauso, de los gritos de la multitud para satisfacer su ego.

Quiere confirmar que la gente lo ama, lo idolatra, pero también necesita mandar el mensaje de que a pesar de los errores de su administración, el pueblo está con él.

Por ello, se preparan contingentes –al más puro estilo priista y perredista– para llenar la Plaza de la Constitución, porque no se puede dar el lujo de que el evento no sea apoteósico, al más puro estilo de los festejos de los triunfos romanos.

 ¿Qué va a informar? Nada que no haya dicho antes, principalmente en las mañaneras.

Todo será triunfalismo. El avance viento en popa de la cuarta transformación. Evidentemente no habrá espacio para la autocritica porque todo va como él quiere que vaya. Presentará la información del país que él ve.

Pero en el fondo de su mente y su corazón hay preocupación –acaso miedo– porque se ha dado cuenta que cada día hay más manifestaciones por su mala gestión durante estos tres años. Cada día hay más personas desencantadas con la 4T.

Por supuesto que él mantiene una alta calificación entre la gente que le cree y le da el beneficio de la duda –porque la esperanza de que su situación mejore muere al último– pero su gobierno va a la baja. Por ello requiere volver a la arena pública, para demostrar que todo está bien, que todo avanza, que habrá consulta para la revocación de mandato, cuyo resultado será a su favor, lo cual le permitirá generar amplias expectativas para las elecciones de 2022 y 2023, pero principalmente rumbo a 2024, para hacer lo que tiene en mente, que no necesariamente podría ser lo que ha mostrado durante ya varios meses y podría generar muchas sorpresas.

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Twitter: GarciaJJavier

Periodista y analista político con 30 años de experiencia. Director y subdirector editorial de revistas y periódicos. Conductor de radio y televisión.