Aún cuando el presidente intenta convencer a la sociedad que México es un país pacífico y con reducidos

rasgos de violencia, la realidad lo descarta en sus falsedades.

100 muertos al día, vehículos incendiados, extorsión y secuestro de tras porristas, aspirantes a cargos públicos asesinados, cuerpos abandonados en carreteras e incluso ataques con armas de poder a helicópteros del Ejército. Pero más allá, la violencia no se genera solamente a puñetazos. Desde la plataforma presidencial de manera cotidiana se alienta la división y el odio. Continúa la agresividad y ataque contra medios y periodistas, con jueces y ministros y ahora hasta con Canadá y en Sr Trudeau, “amor y paz” le señaló el tabasqueño. Datos recientes revelan que durante el 2023 sumaron 23 mil 995 personas piden refugio fuera el país huyendo de la violencia. Canada a decidido imponer nuevamente la visa para los mexicanos bajo el argumento de “preservar la integridad” de su sistema de inmigración cosa que en México no ocurre bajo la política de exponer a nuestras fronteras a un descontrol de protocolos de seguridad y sanidad con aquello de “los brazos abiertos”. La intolerancia del presidente a todo aquel o aquello que no corresponda a sus determinaciones recibe la fuerza del Estado Mexicano en su descrédito no importando si son personas, gobiernos o naciones, ejemplos hay muchos en una pésima política exterior y ya vemos los resultados. La radicalización habrá de incrementarse al paso de la dinámica de las campañas electorales. Si la disposición de amlo fue justificar sus pifias culpando a otros en el pasado, no vemos por qué Sheinbaum habría de reconocer los errores y asumirlos como propios, por el contrario, las líneas de ataque a los oponentes serán foribundas. Calderón se ha colocado como el villano favorito en sustitución de Salinas de Gortari que fue un elemento sustantivo en la campaña electoral de amlo. Pero los testimonios de nepotismo y corrupción que están aflorando tienen un sello indiscutible: la cuarta transformación. Desde las “aportaciones” en efectivo de Pío, hasta las extorsiones por uso de piso a los ambulantes en la CDMX. Desearíamos que la prudencia, las propuestas, los proyectos, los ánimos emprendedores fueran el motor de convencimiento para que el electorado analice y decida su voto, pero por el contrario, podemos anticipar que en estos días lamentablemente habremos de enterarnos de asesinatos inmundos a razón de un control del poder. Ya lo vimos en Michoacán. El presidente nunca fue en casi seis años factor de unidad, fue una estampa de venganza y rencor incitando con su fallida propuesta de enjuiciar a los expresidentes, ni a los suyos que le acompañan y que fueron capaces, dicho por él, hasta de que se le cayera el sistema electoral. Hoy miles advierten que su vida corre peligro y no necesariamente por el desabasto de medicamentos y atención hospitalaria, sino por los constantes tiroteos y ajustes de cuentas que se observan en lugares públicos sin importar la hora. Esa es la cruda realidad, la que espanta, la que condiciona la tranquilidad de todos mientras el presidente señala que por sobre la ley “su”moral.