Hasta ahora, no se ha logrado poner freno a las agresiones contra periodistas y México sigue siendo uno de los países, sino es que el más peligroso para ejercer esta profesión.

Ha sido complicado para las autoridades garantizar la seguridad de los periodistas, incluso de los que han conseguido ser parte del mecanismo oficial que tiene la finalidad de protegerlos.

Cada vez que alguien es lastimado o asesinado, escasea la solidaridad de medios y comunicadores en general. En vez de que todos abran sus espacios para dar cuenta de lo sucedido, para exigir justicia y acciones eficaces para dar con los responsables, solo los directamente relacionados, la empresa para la que trabaja o trabajaba la víctima, toca el tema.

La misma empresa para la que trabaja o trabajaba la víctima, salvo excepciones, cae en un conformismo que de alguna manera contribuye a la impunidad, porque no va más allá de publicar la nota trágica en una solo ocasión. Para nada surge la idea de llevar a cabo un reportaje de investigación y mucho menos machaca en que la autoridad haga su trabajo para detener al agresor u homicida. No se pasa de condenar el hecho.

Urge hacer algo más que condenar agresiones, urge más solidaridad, que medios y periodistas se unan en una sola voz para que el reclamo de justicia destape oídos y presione a quienes tienen el deber de poner fin a la ola de violencia contra quienes cumplen el deber social de informar a la sociedad.

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@zarateaz1

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