El miércoles 13 de abril, maestra de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) vio como una cuarteta de encapuchadas, destrozaban su automóvil con

martillos y tubos, en la calle República de Cuba, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a unos metros de oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), sin que nadie se atreviera a defenderla.

Las encapuchadas vestidas de negro insultaron a la maestra y dañaron su auto, por negarse a darles dinero, que le exigían a cambio de dejarla transitar por la citada calle.

De no ser por el valor de la agredida que presentó la denuncia correspondiente, lo más probable es que su caso no hubiera trascendido ni intervenido la autoridad policial.

Tampoco los medios se habían ocupado del episodio, quizás por temor a represalias de las mismas encapuchadas. Lo hicieron hasta que procedió personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y de la Fiscalía General para detener a las infractoras.

Las encapuchadas estaban refugiadas en las oficinas de la CNDH, que tenían tomadas desde septiembre de 2020.

En otras palabras, el edificio seguiría tomado de no ser por el valor de la maestra de la UAM que presentó la denuncia, que no se quedó callada y exigió justicia, reparación del daño.

Sirvió de base para la que autoridad, después de más año y medio, recuperara el inmueble de la comisión.

El valor de la maestra merece reconocimiento de la institución universitaria, de las autoridades y de la misma sociedad, porque contribuye a combatir la impunidad.

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@zarateaz1

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