Isabel II, reina del Reino Unido no fue un adorno en su país ni inspiración de cuentos infantiles sobre palacios, reyes, príncipes y princesas,

amores encantados o embrujos conspiradores.

Tampoco se creyó la versión fantasiosa de que los reyes, reinas y sus familias eran de sangre azul.

Siempre mantuvo los pies sobre la tierra, se caracterizó por la discreción y fue un personaje emblemático para los ingleses, factor de unidad y defensora de los intereses de su patria.

En lo personal, jamás se vio enredada en escándalos, cuidó su imagen y procuró que sus familiares hicieran lo propio, aunque no todos actuaron igual, prueba de que ni en la realeza hay familias perfectas.

Deja huella imborrable, ejemplar ante el mundo. Ha sido unánime la reacción de las naciones para rendirle honores y lamentar su fallecimiento. Despedida con respeto y afecto.

96 años de edad y 70 de reinado para la historia; distinguida dama, digna y honorable, con seriedad y humor, sin descuidar la investidura, elegante y sencilla. Admirada en todos los sentidos, defensora de valores tradicionales, congruente con sus principios e ideales.

Única en el mundo, irrepetible, inteligente; promotora de la unidad y la cooperación internacional.

No fue reina de ornato, sirvió a su país. El respeto y reconocimiento recibidos, muchos gobernantes, de distintas ideologías, también quisieran llegar a tener en el final de su carrera política y de su vida.

Arturo Zárate Vite

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@zarateaz1

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