Esta historia es de las que duelen, pegan en lo íntimo, de las que no alcanzan a ocupar un titular en los medios, se difuminan entre todo ese desorden de noticias. Esto ocurrió la semana pasada, una hoja en el libro de la tragedia covidiana, se trata de un hombre, veracruzano, taxista en el Puerto, Don Fernando, de los que que deben, de los que tienen que trabajar todos los benditos días, por que de no hacerlo sencillamente no comen, ni él, ni su esposa, ni su hijo de 16 años. 
Pues resulta que Don Fernando se contagió del virus COVID-19 y él infecta a su esposa … ¿ir a las clínicas del gobierno? ¡Ni de locos! no confía, los medicamentos son escasos, no hay camas y mucho menos tendría oportunidad de alcanzar un respirador, así que decide acudir a un médico particular: consulta y medicinas caras,.
 
El trabajo en el taxi no da para más. así que decide llevarle los medicamentos que logra comprar a su esposa, no hay forma de conseguir apoyo, el gobierno en Veracruz, como en casi todo el país, se encuentra rebasado, la ficha ya la conocemos, médicos y enfermeras muriendo en la raya y arribistas políticos ineptos… 
 
Don Fernando piensa que esto pronto pasará, su señora le pide que también se suministre lo que el médico les ha recetado, pero este hombre prefiere que salga adelante su compañera, él argumenta que es fuerte, resistirá, así que continúa trabajando en el taxi, aún con los síntomas, con la enfermedad a cuestas, en su mente existe solo la meta de sacar para la comida, para seguir llevando dinero para las medicinas, confía en su buena condición física, Don Fernando se siente fuerte. 
 
Toma la decisión de continuar. Tal vez para muchos esto signifique una irresponsabilidad, pero bajo la mirada de la realidad, Don Fernando, el amigo de Veracruz, padre, hermano, tío, esposo, compañero, "el taxista", para él no existe otro tipo de salida más que ésta, arriesgar la vida, su salud, hasta la de los demás con tal de obtener esos pesos para subsistir. Visto desde el estribillo del "quédate en casa" no empaca, se estrella con ese otro plano en donde millones de mexicanos han optado por arriesgar su vida debido a uno de los rostros más crueles de este país, el de la miseria generada por esta crisis económica, por las malas desiciones de gobierno, las cuales, desde los distintos niveles se han tratado de paliar con discursos de negación o en su peor caso, de manipulación. 
 
México insiste en ser un país tercermundista, con autoridades que se amoldan a este patrón.  El gobierno de la República le entró tarde a la pandemia, rechazó su papel de Estado para fijar los rieles en donde se habría de contener y controlar la enfermedad. 
 
Despreció de punta a punta del reiterado anuncio que desde el extranjero se vino lanzando sobre lo devastador de la pandemia, sin embargo, aquí se optó por responder de manera tropicalizada, sin prepararse para lo que ahora sabemos, es una guerra, una que cerrará está semana con 25 ó 27 mil muertos, "los muertos de AMLO", y como si ello no fuera suficiente, se dejó al abandono a los estratos más desprotegidos de la sociedad, y el tiro de gracia vino del apagón a la maquinaria de la economía, el desvío de recursos para programas de lucimiento, el recorte de presupuesto a los sistemas de Salud Pública, llevando a una brutal recesión que ya estaba antes del Covid-19 y que hoy hunde sus dientes entre aquellos mexicanos que han entrado a la noche más amarga de sus vidas… 
 
Don Fernando, quien creyó en la esperanza, el taxista veracruzano, este pasado fin de semana por la madrugada del sábado presentó insuficiencia respiratoria, su hijo menor de edad lo llevó al hospital, pero ya no resistió, perdió la vida, murió sin dejar de trabajar y sin dejar de llevar alimento y medicinas a su esposa e hijo, todo por que su país, su patria, fue incapaz de darle una salida.
 
Murió por ser de esa clase baja, humilde, trabajador, de los que jamás podrán pagar un hospital privado, como los políticos que dicen ser de la "Austeridad valiente", pero que a la hora de una enfermedad acuden a hospitales privados de alta gama, costosísimos, inalcanzable para los mexicanos de a pie… 
 
Y con esto se cumple el propósito del presidente, dándole toda la razón al creador del eslogan, para morir en la pandemia; "PRIMERO LOS POBRES".