¿Quién es realmente el responsable de que seamos un país de obesos? la respuesta es multifactorial, pero si alguien cree que las refresqueras y las de alimentos procesados se van a convertir de la noche a la mañana en tendajones de beneficencia, pues no.

 Esas empresas trasnacionales no nacieron para alimentar a los seres humanos y llevarlos por el camino de la salud, y de la felicidad, tal y como aparece en sus aplastantes campañas publicitarias, y si creíamos que el gobierno dejará de recibir dinero, sean vía impuestos o por la "lana" que los cabilderos de estas compañías utilizan para embarrar las manos de todos los involucrados en ámbitos de gobierno o legislativos, pues no.

Estamos frente a un monstruo comercial que genera miles de millones de pesos en ganancias, que abre plantas procesadoras, que dan empleo y que mueve enormes cadenas de insumos, desde el azúcar, harinas y un largo etcétera agroindustrial.Es el mundo en donde mandan ellos y la clase política solo alcanza a responder con tibios arañazos que van desde el aumento de impuestos hasta la prohibición…

Somos una nación de gordos y enfermos porque nadie se hace responsable de plantear un nuevo tejido de equilibrios, comenzando por el núcleo familiar, el cual es un desastre, y perdóneme Ud., pero a ningún padre de familia nos gusta escuchar esto, solo que es mucho mas cómodo responsabilizar a otros. ¿Cuánto tiempo llevamos consumiendo refrescos de cola en casa sin medida pensando en que no pasa algo en nuestros riñones o en el páncreas? ¿muchos adultos le dan "traguitos" de refresco a sus hijos pequeños para que lo prueben para que "hagan "estómago? ¿Qué se ofrece en una fiesta infantil comúnmente? bolsas y mas bolsas de fritangas y todos los dulces que puedan darle inyecciones tan fuertes de azúcar a la sangre sin que nos detengamos a pensar en qué "bronca" estamos metiendo a nuestros chavos.

En el menú de los niños no existen las frutas y verduras, existe lo que en la tele se promociona, lo que aparece en los anaqueles de la tiendita, en los pasillos de los supermercados, panecillos y galletas que habrán de calmar el hambre, de hacer que nuestros hijos se entretengan, cocinar cosas sanas y baratas ya no es de estos tiempos. Los fines de semana es común ver los restaurantes de hamburguesas, pizzas y pollo frito repletas de familias enteras. Dejamos de ser responsables con lo que nos llevamos a la boca, dejamos de hacer ejercicio, de correr, de tratar de mantener el corazón en buen estado, nos llenamos de justificaciones absurdas y hemos dejado de lado la posibilidad de ser más fuertes, con organismos más resistentes, no por nada México ocupa una tasa de mortalidad ante el Covid del 16 por ciento, diferente a lo que en Asia significó, con niveles del 6 por ciento.

Seamos honestos, ¿somos gordos por que el gobierno nos llevó a esa condición? ¿porque las refresqueras nos llenaron las alacenas de la casa o porque las papitas o panecillos se aparecieron de pronto en el centro de los hogares de los mexicanos? No, nos habituamos a consumir todo eso por que hemos querido hacerlo, por ignorancia, por indolencia, por comodidad, por una falta total de conciencia y al final de amor propio.

Las grandes marcas seguirán en lo suyo, vendiéndose como inofensivas propuestas de golosinas, de saciadoras de la sed, de postres ricos y baratos, y por más etiquetas de advertencias, por más medidas prohibicionistas, la marea de muerte y de enfermedades continuará mientras los mexicanos sigamos abriéndoles las puertas de manera irresponsable a estos productos, y algo peor, seguiremos llenando las camas de hospitales con diabéticos e hipertensos si creemos que desde el gobierno nos llegará el plan de dieta que nos salvará de la tumba. Es penoso, pero la realidad sobre esto es tarea solo de quienes lo compran, de nadie más.

El consumidor lleva mucho tiempo dejándose engañar, años de creer que los excesos no matan. Nos enseñaron a sentirnos tan identificados con los modelos perfectos que aparecen en un comercial, abrazándose, comiendo o bebiendo en un mundo idílico rodeados de un ambiente de total armonía y paz, en donde lo último que muestran es que alguno de ellos tengan los dientes podridos o le hayan amputado una pierna, o estén infartados.

Eso no pasa, como no pasa el que un gobierno, el que se le ocurra, vaya a comportarse como un real estado y defienda el derecho y promueva en serio la buena alimentacion de sus gobernados, eso,no pasa.