Pero para un grueso de la población es mejor creer en que todos los males son externos y muy pocos atienden sus problemas desde lo interno.
Sanar a este país ya no es un concepto místico, sino de la mayor urgencia, regresarlo a los caudales de nobleza y de la empatía nos resulta más necesario que, por ejemplo, rescatar a Pemex.  Y esto lo podemos ver en las páginas diarias, un periódico mural saturado de violencia y de una brutal descomposición social. Los actores políticos en el poder y concentradamente uno de ellos, ha apostado pasar a la historia por encima de un país fracturado y ahogado en sangre y violencia.
 
La respuesta del por qué la piel nacional se hizo insensible ante niños con cáncer que pierden la batalla por falta de medicamentos o la epidemia de mujeres que son rociadas con gasolina o alcohol y quemadas vivas o cientos de migrantes asfixiados y el largo etcétera de nuestros dantescos días. Esta desconexión con el dolor ajeno se debe, no a que los mexicanos seamos malos, sino a que se han sembrado las semillas de una silenciosa “guerra civil” promovida por un hombre que se alimenta de eso. El gran tlatoani deja correr la sangre y el pueblo acepta esa “normalidad” como parte del paisaje… Sumado a que tenemos tantos frentes abiertos que cuesta trabajo preocuparse por una sola cosa.
Hacer que México se reconcilie no lo van a hacer los que la han enfrentado, más bien, de aquellos líderes que, como lo expresó Ricardo Monreal, vayan en búsqueda de la reconciliación sin soltar la esperanza y la buena fe de los hombres y mujeres, es ir en contra de la ingratitud y del rencor que tanto ha lastimado. 
Muchos se han prestado para ser fichas y peones para una “guerra” que ha sido inventada por un depredador de la política, esto tiene consecuencias y no son positivas, en todo caso, están empujando a un país, que de la diversidad ha sufrido una real división y que es aprovechada para que un reinado se instale, aunque este aplaste a media nación.
Ojalá, en la añeja conciencia social, se vaya develando este grito que reclama hacer las cosas distintas, que nos llame la voz de un México con reglas que respeten y cuiden lo más valioso; nuestra unidad, nuestro amor propio, nuestra reconciliación.
 
Esta será una larga tarea, compleja, pero vital si queremos que México sobreviva.
 
No es regaño, es Picotazo Político
 
Miguel Ángel López Farías                  
 
Historiador. Director y conductor del programa radiofónico 'Urbe de Hierro', transmitido por ABC Radio 760 AM de 4 a 5pm.                  
 
Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT).                
 
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Sabemos que en lo que va del sexenio ningún avance de importancia se ha dado, cualquier ángulo social, político, económico, en seguridad y hasta moral está en números rojos. La nación sobrevive de alguna forma, más por la solidez de las instituciones que aún resisten y por el carácter estoico de muchos sectores que se reinventan y no mueren. Pero una cosa es totalmente cierta, la fractura entre diversas capas de la sociedad va a tardar mucho en sanar, nos sembraron odio y se ha explotado el rencor, añejo rencor, al punto de que es la principal línea narrativa de este gobierno… el presidente lo ha resumido así; todos los demás están podridos menos su cuerpo de gobierno. Aunque este haya sufrido la metástasis de esa misma putrefacción que tanto señala.