Las interrogantes, lo que no entendemos, los misterios de la vida y de la muerte, los espacios entre las emociones, las ideas, las cosas, el límite del ser, lo infinito de cada uno o lo limitado de cada quien, las razones y las emociones,  las creencias, los

miedos, las tradiciones, los deseos de pertenencia, de aceptación, la unidad del espíritu y de lo material, solamente nos lleva a tratar de entender que Dios está en todas partes, que es importante conocer cómo funciona el mundo y el universo no para sustituir a Dios, sino para entender que es el todo, en cada parte, que nos permite ver, conocer e intuir.

         Muchos pensamos que haciendo sacrificios o dando la razón a los mitos y dogmas que marcan los hombres en el camino de la comprensión del mundo y de la vida tendremos oportunidad de sacar la verdad y dejar que ésta invada nuestra forma de ser y de andar en el mundo y en los caminos de la vida.

         Sin duda, las interrogantes son muchas más que las respuestas. No tenemos muchas porque la vida nos impone límites en el conocimiento y en la experiencia de cada uno. Hay muchas más preguntas que respuestas claras y sencillas de las que podamos echar mano para darle a nuestra vida un sentido de pertenencia en el mundo y en el seno familiar y social. El ser humano ha tenido mucho más tiempo en plantearse interrogantes que en darse respuestas claras de las mismas, y en este camino es que entramos a los miedos y a las tradiciones que nos obligan a doblegarnos o aceptar lo que otros nos dicen sobre nuestras creencias y nuestro comportamiento y análisis de lo que somos y lo que queremos o podemos, en el trecho de vida que nos corresponde cruzar en el mundo y el universo. La única cuestión que tiene una respuesta clara es que nadie es eterno, ni siquiera en el pensamiento o en las obras, sino que todo tiene un límite y en ese límite en vez de tener temor y preocuparnos por el más allá, debemos pensar en que cuando entendemos que Dios es todo y está en todo, podemos caminar a su lado, sin temores ni dogmatismos que obliguen a comportarse de tal o cual manera. Solamente así los seres humanos lograremos aceptarnos con nuestras diferencias y nuestros especiales modos de ser. Los tiempos cambian las visiones e incluso la forma de relacionarse en las emociones entre cada sector, de tal forma que, en ocasiones, no entendemos esos cambios cuando solamente estamos pendientes del camino que llevamos y no nos detenemos a ver a los que vienen detrás o a reflexionar sobre las experiencias de los que van por delante. Así, entre el miedo a lo que no entendemos y a los dogmas que nos imponen, en vez de ser felices y sencillos, nos complicamos en el andar y en el estar.

         Cuando leo y releo a Baruch Spinoza (1632-1677), más me llego a convencer de que tenemos que aceptar otras formas de vida y otras emociones y formas de entender el mundo y la vida: “¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes de pecho! Lo que quiero que hagas, es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida, tu propia experiencia única. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. ¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa”

         “MI casa está en la montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo y ahí expreso mi amor por ti”

         “Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te  dije que había nada mal en ti o que era un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer”

         “Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? ¿Qué no has sentido mi apoyo en tu vida?, ¿Qué juntos no te he demostrado que hemos salido adelante, cuando me permites mi auxilio?. Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me irrito, ni me molesto, ni castigo. Yo soy amor puro, no lo que tan han enseñado tras ladrillos”

         “Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar, yo ya te he perdonado, desde antes de tu nacimiento. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío, ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¡Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se han portado mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de Dios, y padre loco puede hacer esto?”

         “Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, dentro de una flor, dentro de un insecto, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tus hijos… ¡NO me encontrarás en ninguna parte y menos en un libro!, aunque digan que es hecho por mí…Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el Paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno…no me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro, ahí estoy, latiendo dentro de ti”…