SIN DUDA, LA VALENTÌA Y LA ENTREGA DE UNA MUJER COMO, LA JEFA FABIANA, EN APOYO A LOS ENFERMOS, despertó en todo el país las simpatías y

 el reconocimiento a la labor de las valientes enfermeras y enfermeros que son la base del nuevo ejército en la lucha contra el coronavirus, hoy, esta grandiosa mujer ha dado positivo en el mal que combate y se aísla en su casa y recibe el cariño y los buenos deseos de miles y miles de mexicanos que reconocemos su labor y le agradecemos su paciencia y acción. Por su pronta recuperación oramos y deseamos que salga adelante.
Hay muchos días en que quisiéramos que las cosas fueran distintas, preferiríamos que la alegría y lo positivo invadieran nuestro corazón, pero hay días difíciles y decaemos, al final no somos invencibles sino simples humanos que sufrimos y tenemos sube y baja en el ánimo por aquello de las experiencias vividas o por los tiempos que hemos pasado en el mundo y los años que nos faltan. Nadie tiene la vida comprada, todos debemos entender que la muerte es el estado real al que nos dirigimos día con día, y cuando los encierros son brutales como lo vivimos en las represiones del diazordacismo, pues no tenemos más que decir que, ahora, lo sufrimos, pero no son tan graves como los de aquellos días, pero nos pegan y nos debilitan en ocasiones.
Creo que cuando la vida nos ha permitido alcanzar muchas de nuestras aspiraciones lo menos que podemos ser es ser agradecidos y dar gracias por lo que tenemos y no por lo que deseamos, sin duda, lo que tenemos es mucho pero mucho más que lo que en ocasiones soñamos. Hoy, la inmensa mayoría de los mexicanos estamos angustiados porque no contamos con los recursos económicos para sobrevivir en los tiempos de crisis, a lo mejor tenemos propiedades pero no contamos con efectivo y esto hace que los tiempos se vuelvan angustiosos, pero no lo entendemos, no entendemos que: “Dios, aprieta, pero no ahorca” y que al final de cuentas bueno o malo, ya pasará, porque nada es para siempre, la vida da muchas vueltas y es lo normal.
Apenas la noche anterior me acosté y traté de ver algunos programas de televisión y me dejé llevar por el pesimismo y no dejé que mi mente se calmara y serenara, así que no concilié el sueño y pasaron las horas, y en vez de calmarme me invadieron los temores, los miedos, y es lógico que menos conciliaba el sueño hasta que los cantos de los pájaros me mostraron que el día nuevo llegaba y no había dormido nada, el dolor de cabeza me invadió y no pude realizar las tareas de todos los días ni pensar serenamente en que los nuevos días son los nuevos tiempos y los nuevos tiempos son vida que debemos agradecer, y en vez de mantenerme pesimista, salir fortalecido y agradecido de que vuelvo a ver el sol y la sonrisa y las voces de los que amo y quiero, pero así es la realidad, y por ello, cuando uno tiene conciencia de la realidad hay que mostrarla sin temor, porque es como se enfrentan los miedos.
Después de tomar un sabroso café y un rico pan recién horneado que me trajeron, como que la vida regresaba poco a poco en la conciencia y me levantaba el ánimo, y me puse a realizar algunos ejercicios para mantener mi fortaleza física que todos debemos cuidar, y la serenidad me ayuda a reconocer lo que debemos evitar, entiendo que muchos de mis amigos y de las gentes que tenemos ya los año encima, más de setenta, y estamos en eso que se llama sector de alto riesgo, se encuentran preocupados por lo que nos pueda suceder y algunos toman muchos más miedos que precauciones y se angustian y se bajan de ánimo, y esto es malo para la salud física y mental, por ello hay que entender que: “del rayo se salva uno perno no de la raya”.
Hace algunos días recordaba cómo pensaba cuando entraba eso que en la cárcel se conoce como “EL CARCELAZO”, la depresión, y me decía que era terrible estar encarcelado más cuando se es inocente, pero era peor estar enterrado por los balazos asesinos de la represión, y daba gracias al estar vivo y dejaba fluir las cosas y pensaba que un buen día tendríamos que salir, en ello mi padre y mi madre y los seres queridos y amigos siempre mostraron el optimismo y no se quejaban de nada sino que alentaban a que no perdiéramos el ánimo ni en las fechas duras donde “el carcelazo” invadía los ánimos de muchos, y así dejamos pasar los días, siempre, cubriendo sus horas con lecturas y meditaciones y esto nos ayudó a salvar esos tiempos duros, y hoy, es lo que intentamos hacer y nos da resultados, nuevamente, agradecer por la vida y hacer de cada minuto algo productivo y encontrar los mecanismos de la felicidad, porque la felicidad es responsabilidad de uno y de nadie más, así que pensar en que en algo todavía podemos apoyar a los que menos tienen nos alienta a pesar que podemos dar un jalón más diariamente para continuar adelante, y lo hacemos. Afortunadamente contamos con vida y salud, con afectos y amores, con apoyos de amigos y todos con conciencia de que el hacernos mejores está en hacernos más solidarios y menos egoístas.
Y bueno, al final de cuentas, comer menos y más sano no es malo, es mejor para el cuerpo y para el alma, por ello, siempre llevo aquel recuerdo de aquella bella anciana que llegaba con una cajita de nueces y unas estampitas para darlas en una jornada de apoyo a damnificados por los temblores en Oaxaca, que decía: “Soy muy pobre, pero traigo unas nueces que son alimento para el cuerpo y unsa estampitas que son el alimento para el alma”… y lo dio todo con amor y humildad…
Y esta imagen es la que me guía ahora en los tiempos duros cuando el pesimismo me hace recordar que siempre, siempre, hay una esperanza real y la vida nos muestra el camino para agradecer el día con día, porque al final, todo pasará….