"El diccionario de la estupidez no es una enciclopedia; si lo fuera, se habría llamado muy probablemente Enciclopedia de la Estupidez. La extensión espaciotemporal y la biodiversidad de los estúpidos quizás lo hubieran reclamado"

Pergiorgio Odifreddi (en su "Diccionario de la Estupidez")


¡Qué extraordinaria idea! Confieso Sr. Obrador que una proeza cultural de tal envergadura, hubiera rebasado con creces mis exiguos talentos intelectuales. Pero, si hay un "diccionario de la estupidez" escrito por Piergiorgio Odifreddi, matemático, ensayista y hombre de ciencia, galardonado con la Orden al Mérito de la República Italiana (que, como lo señala el propio autor, podría haber reclamado, por la biodiversidad de los estúpidos, un formato enciclopédico), si hay un "Diccionario de la ignorancia" del filósofo, productor de radio y escritor francés, Michel Cazenave, ¿por qué no habría de existir el " Real Diccionario de los Términos Neoliberales y Postneoliberales? Nada más oportuno en estos momentos de gran desesperación y crisis que contar con una herramienta tan vital como necesaria para enfrentar las cambiantes amenazas de nuestro tiempo.
Acepte mi humilde contribución, al menos en el esclarecimiento de los términos que, en un primer momento, han tomado por asalto el centro de sus preocupaciones:
Empatía neoliberal: Atuendo oropelado y engañoso del que suele revestirse la avaricia y la codicia de "la mapachada ", con el propósito siniestro de aparentar una falsa preocupación por las necesidades y las carencias del" pueblo bueno ".
Debo decir que en mi ignorancia (y quizás influenciado por mi veta romántica), prefiero el significado tradicional del término, el que encuentra su razón en nuestras raíces griegas o latinas. Esa "empatheia" que en sus inicios significaba "pasión" y que, a lo largo del tiempo, pasó a designar esa capacidad inconmensurable que tenemos los humanos de comprender los sentimientos del "otro", de reconocerlo como "nuestro igual" para adueñarnos de su dolor o para hacer propias sus necesidades. Esa cualidad que, cercana a la compasión, nos permite experimentar en carne propia el sufrimiento de un padre que, impotente y desesperado por la falta de medicamentos, ve morir a su hijo atenazado por el cáncer; esa especie de sintonía mental y emocional que transforma en "nuestro" el dolor de quienes han visto morir a sus familiares a consecuencia de la pandemia y que nos hace entender que valdría la pena sacrificar cualquier proyecto, ponernos un maldito cubrebocas, o romper con cualquier sesgo ideológico si es que se encuentra en juego la vida de las demás; esa propiedad tan escasa hoy día, que al abrir nuestros oídos y nuestra mente a las emociones del prójimo, debería sonrojar a nuestros ineptos políticos que, impávidos e impertérritos, malgastan su tiempo en proclamas electoreras, en banalidades demagógicas y en ocurrencias fatuas, while cientos de mujeres son asesinadas por su simple condición de género y millones de ciudadanos enfrentan la violencia y las masacres callejeras. Pero sigamos adelante con nuestra humilde contribución:
Resiliencia neoliberal: Capacidad del pueblo para asimilar incólume y con un gesto de conformidad, los efectos negativos y la creciente rapiña de las mafias en el poder y que, usada con frecuencia en beneficio de la élites neoliberales, funciona como un amortiguador de la indignación y la protesta social.
¡Qué equivocado estaba! Había asumido que la resiliencia era esa capacidad de superar la adversidad, de salir transformado y fortificado de la desgracia y de los golpes del infortunio; esa expresión de nuestra naturaleza moldeable y adaptativa que nos permite sortear la desgracia, salir indemnes de las dificultades y mitigar, de la mejor manera, las secuelas de la desventura; esa aptitud evolutiva y útil que, más allá de la simple negación de las difíciles experiencias de la vida, nos permite resistir la destrucción y preservar nuestra integridad en circunstancias hostiles; esa herramienta de sublimación que nos impide sucumbir ante la decepción y la tristeza, cuando un político infame le ofrece a nuestros pobres, sedientos de educación, de empleo y de salud digna, una dádiva miserable y electorera; esa incomprensible destreza plástica que nos impide doblegarnos de dolor e indignación ante el desastre económico o los desplantes autoritarios y estatistas de un gobierno fallido, que pretende perpetuarse a toda costa con engañifas populistas; esa propiedad de afrontamiento que, en condiciones desventajosas, nos conmina a revelarnos frente a la mentira y el engaño de un líder ambicioso. Ah, perdón, olvidaba el diccionario:
Holismo neoliberal: Visión perversa e integradora de las minorías rapaces que, oponiéndose a la voluntad inequívoca e incuestionable del pueblo, suponen la utilidad de decisiones integrales, plurales y ampliamente consensuadas, en las que el todo da como resultado sea mayor a la suma de sus partes.
Yo que había supuesto que lo "holístico" aludía a la posibilidad de analizar los fenómenos que nos rodean desde una perspectiva integradora, global y completa que nos permitir entender en su justa dimensión la realidad circundante, a esa manera de abordar los problemas y las disyuntivas complejas bajo una visión más amplia que nos libre de atavismos ideológicos, de prejuicios absurdos y de la percepción estrecha que suele imponer la cortedad intelectual o el reduccionismo perezoso del que se niega a mirar por encima de su cabeza.
Perdone ahora que interrumpa mis sugerencias, pero su creativa empresa me ha dado una idea: El "Real Diccionario de la Demagogia, del Fracaso y de la Ineptitud.

Dr Javier González Maciel.
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina.