SE COMENTA SOLO CON...
La política y el poder sirven para dignificar, par elevar posiciones,

para mejorar estadías. Pero aquí estamos viendo lo contrario. Parece que la majadería y la demostración son sello de identidad. La ofensa es la tarjeta de presentación. La riña barata dibuja a los personajes. Sabemos que el propio Presiente invierte mucho de su tiempo en descalificar a sus opositores y ese ejemplo permite a los de reducido criterio creer que es la fórmula exacta para vencer y convencer. No fue suficiente con Paco Ignacio Taibo un hombre que encuentra en las bajas palabras sus presencia pública. Pero ahora, y ya como costumbre, la máxima figura de Morena, Yeidckol, sin recato sin respeto califica a los elementos matriculados en su instituto político, vamos los que le estorban a ella y a su jefe, como sabandijas. Es un término ofensivo, denigrante, ruin. Y eso es lo que estamos recibiendo de la Cuarta Transformación. La intención denota por un lado amargura y por otra revanchismo junto a desesperación. Y ese mensaje no es nada bueno para la sociedad. El antagonismo se está traduciendo en choque. No acaban de entender que están ahí para conocer y resolver las posturas de sus oponentes pero con brillantez, con clase, con argumentos. Este tipo de mujeres, que intentan convencer que merecen menores sitios en todos los sectores, aprovechan el más mínimo espacio para mostrar su vulgaridad. Y son quienes de una u otra forma destruyen los proyectos de reforma educativa porque sentencian que todo lo anterior está mal. Cada pronunciamiento a través de los medios de comunicación llegan a todos los segmentos de la sociedad, eso es indudable. Y ahí el impacto es estremecedor. La rebaja en la calidad de lo que sea va erosionando al país. A nadie, a nadie conviene que califiquemos así a los demás. Es como un pleito callejero en donde nadie gana, y menos los que salpican leperadas atribuyendo a esa conducta valores inexistentes.