Sin duda alguna muchos de los que hoy gobiernan han sido mercenarios de un evento que nunca debió suceder: la masacre del 2 de Octubre de 1968,
ahí en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco en esa noche en que prácticamente se disolvía el movimiento. Aún hoy día no queda en claro la intervención del Batallón Olimpia, la traición que sufrió el Ejército Mexicano, las luces de bengala, la policia secreta y la Dirección Federal de Seguridad. Desde entonces se acuñó la frase de “el dos de octubre no se olvida” aunque ahora los manifestantes, jóvenes que ni siquiera nacieron en ese 68, generan violencia en demanda de atentar contra cualquier sistema bajo la sombra del anarquismo. Revisemos la historia y expediente de los lideres que provocaron y promovieron ese mitin en Tlatelolco, veamos que han hecho y ahora en dónde están, y curiosamente muchos de ellos, marcando estrategias con las Fuerzas del Orden, a esas que acusaban de represoras. Hay quienes se interesan en repetir el drama de aquella fatídica noche. Invitan a jóvenes a tomar las calles a enfrentar a la policia, a desafiar al gobierno, a saquear y protegerse en esa extraña impunidad que da muchas ventajas a los excomunistas y personajes ligados a la extrema y radical izquierda. Nunca hay que olvidar al 68, pero tampoco hay que convertirlo en barricada histórica que no nos permite crecer ni desarrollarnos. Regímenes autoritarios, dictatoriales y su contraparte guerrillas y pandilleros no conviene a nadie. En esa década y la siguiente el Estado Mexicano se enfrentaba a los guerrilleros que hoy califica como “valientes”. Grupúsculos armados y bajo doctrinas marxistas bien cobijadas por sistemas desestabilizadores exportados por cuba y la extinta Unión Soviética. Se financiaban asaltando bancos y secuestrando a inocentes. En su biografía criminal aparecen varios asesinados y de eso poco se habla porque no conviene. Deja políticamente más reproducir miles y miles de veces las escenas de Tlatelolco que cuando encapuchados, algunos hoy conductores de espacios radiofónicos, lanzaban bombas molotov y bombazos. Eran miembros de un Grupo de Derecho de la Universidad de San Luis Potosí y de eso Julio Hernandez (El Astillero) puede darnos evidenciad indiscutibles. A él entiendo lo conocían como “el carnicero de San Luis”. Pero repito, de estas historias poco se sabe porque no interesa ni conviene. Espero que este dos de octubre no sea pretexto para que otra vez se azote a la ciudad con atracos, insultos, violencia y pintas, si organizadas por esos que por ejemplo, mantienen secuestradas varias instalaciones en Ciudad Universitaria, adoradores del Che Guevara y que por cierto, en su criterio de libertad y democracia no permiten ni cuestionamientos, andan en ahuchados y atacan a todo aquel que se atreve a videograbarlos. Sólo con la justa aplicación de la ley se pueden superar estos eventos. Gobiernos de todos los colores que han incumplido con la equidad, con la educación, con la promoción de valores. Todos son responsables de que el país, como algunos que quieren simular de Cuba, nos quedemos como fotografía color sepia de los sesentas. Veamos si los hoy de izquierda en el gobierno son capaces de controlar a sus compás o continúan alimentando el odio entre las clases sociales.