Tarde lamentable en la que me enteré que mi gran amigo Jaime Aguilar Alvarez falleció. Con él guardo muchas aventuras

 Tarde lamentable en la que me enteré que mi gran amigo Jaime Aguilar Alvarez falleció. Con él guardo muchas aventuras profesionales y muchos secretos, uno de estos cuando en mi oficina, al terminar transmisiones radiofónicas me confíó “tengo cáncer” . Durante 24 años permaneció a mi lado analizando las informaciones más relevantes y constantemente me decía “mi pasión es la radio, me hubiera gustado comprar una emisora”. Y su disciplina lo obligó a nunca faltar y menos ser impuntual a la Tertulia en Radio Trece, en ABCRadio y en los estudios de cabal 34 de tv.. Lo conocí cuando fue delegado en Iztapalapa a través de su coordinador de comunicación social, otro querido amigo, también ya fallecido Enrique Rubio. De inmediato los tres nos permitimos una franca y abierta amistad. Lo mismo acudíamos a un concierto de Paulina Rubio (hija de Enrique) que a los más profundos debates políticos del
momento. Resulta extremadamente difícil escribir de un amigo cuando acaba de partir y entonces los momentos, los detalles, las confidencias, los arranques, todo se presenta de golpe. Un día desayunando en un comedero público Jaime me interrumpió para indicarme “ahí viene mi papá “ y se presentó a la mesa todo un caballero a unirse a nuestra conversación , su papá que falleció longevo al igual que su mamá. Con Jaime no había escondites, no sólo acudía a las Tertulias, sino que me llamaba toda vez que trataba algún tema que incumbía a sus amigos políticos, siempre en su defensa con una energía inimaginable. En los últimos años se dedicó a la escultura, al diseño de obras plásticas, eso le llenaba pero nunca a la pasión que sentía por su esposa y por sus hijos. Me decía “pido a Dios irme antes que mi esposa, no resistiría el dolor”. “Jimmy Neutrón” como le decía de cariño me enfrentaba como nadie en el debate radiofónico y siempre salíamos de cabina para continuar en mi oficina. Era incansable. De una solo pieza, congruente, leal a sus principios, un enorme ser humano. Entiendo pidió no enfrentar a la enfermedad, con su valor único decidió partir con eso que lucia siempre: dignidad. Donde quiera que esté lo abrazo y le agradezco sus aportaciones, sus risas y enfados, sus preocupaciones y éxitos. Gracias Jimmy, muchas gracias.