sinpunto

La democracia mexicana pasa por uno de sus peores momentos. Y no es que antaño las cosas hayan sido como un paseo por el campo, pero si analizamos y comparamos los índices de calidad de vida podremos constatar que todo tiempo pasado fue mejor. Lo mas doloroso es que por ahora la búsqueda del bien común esta resultando un completo fracaso, y aunque esto no le guste a muchos, es una verdad que no podemos soslayar si queremos salir del bache en que nos encontramos. Hay preocupación en muchos sectores por los alcances que pudiera tener el reto que han lanzado al Estado Mexicano aquellos que manipulan el movimiento de presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Su principal logro hasta ahora es que no han aparecido, y eso conviene a sus verdaderos fines.

Para decirlo de otra forma, independientemente de que paseen a los padres por todo el país y el mundo, lo que menos les interesa es que el Estado Mexicano sepa qué fue lo que ocurrió esa fatídica noche en que desaparecieron. Para mantener una lucha se requieren causas, y esta es la mejor que se les ha presentado en los últimos años. Negarse a aceptar que murieron es por ahora la principal finalidad, y hasta en tanto el Estado Mexicano no pueda generar una conclusión creíble, seguiremos estacionados en Ayotzinapa, y ellos paseando por todos lados a los doloridos hombres y mujeres que nunca terminaran de cerrar ese ciclo. De ese dolor se están aprovechando y poco les importa que sigan padeciendo y confiando en la esperanza vana de que aparecerán con vida.

Eso preocupa a muchos, y principalmente a los garantes de la democracia porque será la prueba más difícil del recién construido Organo electoral que hasta ahora es la máxima expresión del centralismo de estos tiempos, y la principal contradicción de ese federalismo que nunca terminamos de construir. El Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación mantienen latente el estado de alerta, y seguramente pedirán al Estado Mexicano resguardar casillas e instalaciones en Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Parece mentira que sea una pandilla de fascinerosos los que tengan arrinconado al Estado Mexicano, y no aquellos ideólogos de la izquierda que lucharon en los cincuenta y sesenta por cambiar el actual régimen.

En Guerrero y Oaxaca las cosas no serán fáciles. El magisterio disidente no tan solo impedirá la colocación de urnas en las escuelas públicas, que por cierto son propiedad de todos los mexicanos, sino que se apresta a robar aquellas que se coloquen cerca de sus instalaciones. El verdadero peligro que tenemos enfrente los mexicanos es que quienes encabezan la subversión pretendan que la nación entera siga cargando en hombros a esos muertos que mantienen vivos en el discurso y en la lucha, para tener motivos y seguir agrediendo a todo el país. Lo que en inicio fue solidaridad y consideración, se ha convertido en odio. ¿Lo seguirán permitiendo quienes conducen el gobierno? Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.