sinpunto

México es un país que se ha distinguido por haber creado instituciones duraderas después del movimiento revolucionario de 1910. Por eso hay algo un siempre nos han vendido los políticos encumbrados en sus discursos: la fortaleza de nuestras

instituciones. Desde luego que las instituciones que diseñaron quienes integraron el Constituyente de 1917 estuvieron planeadas para responder al reto que los tiempos imponían a una nación que estaba entrando a la institucionalidad, después de un movimiento armado que duró años y costó cientos de miles de vidas. Desmontar un aparato de gobierno como el construido por el porfirismo durante más de treinta años no resulto fácil, pero si algo podemos decir de los constituyentes de Querétaro es que el entramado gubernativo fue muy bien planeado.

 

Los hechos hablan por si solos, y la fortaleza institucional nos permitió mantener solidez gubernamental aún después de terminada la etapa del constitucionalismo e iniciar la del caudillismo que consolidó la presencia del nuevo régimen en la mayor parte del territorio del país. El Presidencialismo fue soporte fundamental del desarrollo estabilizador y de lo que después llamaríamos "Estado de Bienestar", mismo que elevó al Partido de Estado como el garante de la estabilidad alimentaria del país. Pero también hay que señalar que se mantuvieron constantes los altibajos porque el diseño del sistema político lo mantenía en constante innovación para adaptarse al paso de los tiempos. La prueba mas fehaciente de ello es que a pesar de la distancia sigue manteniendo efectividad y funcionalidad.

 

Las huelgas de los años cincuenta y los focos guerrilleros de los sesentas y setentas, provocaron un cambio radical para sacar a los grupos beligerantes del clandestinaje. El problema es que desde que se publicó la Ley de Organizaciones y Procedimientos Electorales durante el Gobierno de José López Portillo, y que emergieron a la institucionalidad fuerzas políticas que poco tenían de institucionales y mucho de radicales, y cuyo principal propósito fue establecer un frente de combate a esas instituciones por las que sentían desprecio antes que respeto, alteraron la marcha de las instituciones. Si a ello sumamos el poco aprecio durante los gobiernos panistas, el resultado salta a la vista. Para nuestra desgracia hoy tenemos instituciones débiles, alejadas de las necesidades de la gente y carentes de eficiencia.

 

La mayor parte de esas añejas instituciones tienen problemas para resolver de forma eficiente sus asuntos, y eso se refleja en la capacidad de la instancia gubernamental para responder a los requerimientos de la sociedad. Guerrero, Oaxaca y Michoacán, necesitaban un golpe que derribara la ineficiencia de sus gobiernos y no fuimos capaces de desaparecer los poderes por temor a las consecuencias sociales. Ese es el indicativo de nuestra debilidad institucional, por mucho que nos vendan el discurso de la fortaleza. Los movimientos ferrocarrileros y educativos de fines de los cincuenta e inicios de los sesenta se resolvieron con años de cárcel y no entregando prebendas. Esa es la mejor muestra de nuestra debilidad institucional. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.