Si se algo podemos estar seguros quienes integramos el género humano, por cierto el más irresponsable aunque seamos la especie dominante, es de que nuestra
capacidad para auto infligirnos daño es infinita. Si algo podemos señalar del llamado Coronavirus es que no es una enfermedad, sino un virus creado por nosotros mismos. Hasta ahora nadie ha dicho si su proliferación ha sido con el propósito de generar daños o simplemente una alerta de lo que vendrá en las siguientes confrontaciones entre países, naciones o razas.
 
Lo único que puedo decir por lo que he visto, escuchado y leído en estos días, es que el virus se inicia por la costumbre y el gusto del pueblo chino por el consumo de animales exóticos, y en la mayor parte de las veces Ilia ingieren vivos. De ahí se desprende la versión de que el inicio de la pandemia fue el consumo de una sopa de murciélago infestada de no sabemos qué tipo de bacterias, y esto detonó una fuerte crisis en el gobierno chino a causa de las muertes producidas por el ahora llamado Coronavirus.
 
Después vendría la importación hacia otros países en diversos continentes donde fue tanto o más letal que cuando el virus se estableció en China. Italia ha padecido un daño tremendo y quizá siga igual en las siguientes semanas. España es un caso similar, y curiosamente Rusia es uno de los países con la menor tasa de contagio porque si de algo podemos señalar a Vladimir Putin, es de ser un hombre muy disciplinado y exige mucho de quienes conforman el gobierno. Si hiciéramos una comparación del líder ruso con Andrés Manuel López Obrador, podríamos decir que el tabasqueño sería la hormiga y Putin el elefante.
 
Y no es que trate de minimizar la figura de quien detenta el Ejecutivo Nacional, porque quien se ha encargado de desprestigiar el cargo ha sido el propio Andrés Manuel López Obrador, quien todos los días hace cuanto este a su alcance para que los mexicanos entendamos que es un hombre muy pequeño para la enorme responsabilidad de conducir los destinos de una nación como la nuestra. Hemos tenido malos presidentes, y la mayor parte de ellos han sido corruptos a más no poder. López Obrador está resultando un pésimo mandatario, pero es tanto o más corrupto que los anteriores. 
 
Aunque todos los días se de golpes de pecho, al paso que va nunca acabara de entender lo que significa encabezar los esfuerzos de un país de más de ciento veinte millones de hombres y mujeres para sacarlos adelante, y para ello, hay que decirlo con todas sus letras, no es necesario vestirse de honestidad cuando la mayor parte de los mexicanos sabemos que tiene y mantiene una brutal estela de corrupción y hurto de caudales públicos. 
 
Hoy que es Presidente tiene y mantiene en la cárcel a Rosario Robles Berlanga sin pruebas contundentes, y eso habla de que es un hombre mal agradecido, porque ella fue la artífice de su llegada a la Jefatura de Gobierno cuando pago a Televisa cuatrocientos ochenta millones de pesos para que lograra rebasar a Santiago Creel Miranda en la contienda. Quienes lo hemos conocido desde que iniciara su carrera política, sabemos de qué pie cojea y la clase de alimaña que ha sido. Los expertos siempre señalaron que el destructor del sistema político mexicano saldría de entre los corruptos miembros, y eso ha sido el ahora Presidente, un corrupto más. 
 
Al tiempo.
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